Ecoperiodismo

Las vías del aceite

La ruta del tren del aceite, que unía Puente Genil y Jaén, es hoy la vía verde de más longitud de Andalucía con 129 kilómetros señalizados

Ricardo Gamaza RicardoGamaza /
18 oct 2020 / 04:00 h - Actualizado: 18 oct 2020 / 04:00 h.
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  • Senderistas en la Vía Verde del Aceite llegando a Zuheros.
    Senderistas en la Vía Verde del Aceite llegando a Zuheros.

La Subbética cordobesa está considerada como uno de los grandes enclaves productores de aceite de calidad, capaz de competir con los aceites jiennenses. En el siglo XIX este producto era tan codiciado y demandado que se trazó una línea ferroviaria que unía los grandes centros productores andaluces de aceite, Córdoba y Jaén. Hoy, desmanteladas las vías, el camino se ha convertido en una ruta senderista y cicloturista en la que se suceden lugares tan pintorescos como la estación de Luque, donde paran autobuses con japoneses para comprar aceite, higos y turrón.

Las denominaciones de origen Baena y Priego de Córdoba, están consideradas como dos de los grandes enclaves del sur de Córdoba donde la producción de aceite es capaz de competir con la fama cosechada por los olivares de Jaén. Grandes parcelas de olivos eran y son todavía el origen de un producto tan popular, que en el siglo XIX llevó a hacer un trazado ferroviario que unía los dos grandes centros productores: Córdoba y Jaén. Parte de ese trazado en la provincia de Córdoba está reconvertido en la actualidad en la Vía Verde del Aceite, de 66 kilómetros de longitud, que une las provincias de Córdoba y Jaén, y conforma una red de 120 kilómetros de vía verde que la convierten en el recorrido senderista señalizado más largo de Andalucía y la segunda vía verde de más longitud de España. Un ramal de 7 km une además la Estación de Luque y Baena.

Las vías del aceite
Antigua casilla de paso a nivel, hoy restaurada, en la Vía Verde del Aceite (Luque).

Las aceitunas de Baena se recogían a mano y se trasladaban a la almazara, un nombre de origen árabe que significa: ‘donde se exprime’. Todo un proceso de elaboración que ha mantenido su estructura esencial desde tiempos del Imperio Romano. Una vez obtenido este oro verde andaluz, había que llevarlo a los mercados. En el año 1893 se inauguró el que dio en llamarse ‘el tren del aceite’. Un trazado ferroviario de 177 kilómetros, hasta alcanzar la red principal de trenes, en los que los vagones tenían un valioso pasajero: tinajas de aceite de primera calidad. En la década de 1950 la línea entró en crisis y el tren dio su último viaje en 1985.

En el siglo XIX el aceite era un artículo de lujo. Viajaba junto al vino en vagones de ferrocarril que lo llevaban desde centros de producción como Luque o Baena hasta sus centros de distribución en toda España. Años en los que el tren era el principal medio de transporte de mercancías y en los que las estaciones estaban llenas de vida.

Las vías del aceite
Grupo de senderistas en la Vía Verde del Aceite.

La construcción de la línea ferroviaria del aceite supuso una inversión millonaria para la época: más de 32 millones de las antiguas pesetas, más de 193.000 euros. Una cantidad que en el siglo XIX supuso una de las grandes inversiones del momento. Aunque la tecnología del siglo XIX permitía a las máquinas ferroviarias alcanzar una velocidad punta de 70 kilómetros por hora, aún así, los tiempos que se ganaban frente al transporte animal supusieron un salto cuantitativo en la distribución del aceite de Córdoba, que pudo inundar los mercados con relativa facilidad gracias a su excelente calidad.

La Vía Verde del Aceite discurre por las localidades cordobesas de Luque, Zuheros, Doña Mencía, Cabra, Lucena, Moriles, Aguilar de la Frontera y Puente Genil, aunque enlaza en origen con Jaén. A lo largo de este trazado ferroviario, ya sin vías de ferrocarril y con un firme excelente para rodar en bicicleta o hacer senderismo, se van descubriendo los vestigios del viejo tren aceitero: edificios ferroviarios, viaductos, vagones y locomotoras y un túnel. Los edificios ferroviarios se han reconvertido en centros de interpretación y restaurantes. Es el caso de la estación de Luque, el lugar donde antaño se agolpaban los pasajeros hoy se apiñan turistas. El restaurante Nicol’s recibe cada año la visita de turistas extranjeros y en especial japoneses, cuyas excursiones tienen una parada obligada en esta vieja estación recuperada como restaurante donde se venden productos de la comarca y donde la estrella es, por supuesto, el aceite. Antonio Molina, el propietario del restaurante Nicol's hasta ha aprendido japonés para atender a la clientela internacional que desfila por la estación de Luque. Les vende turrón, higos, aceite... Y en esta estación reconvertida se encuentra también el Centro de Interpretación del Aceite, donde el visitante puede conocer las bondades y calidad del aceite cordobés.

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Antiguos depósitos de agua de la Estación de Luque.

Pero de la estación de Luque ya no parten vagones llenos de bidones con aceite. La que fuera en su día una de las estaciones de primera categoría, es hoy uno de los puntos de partida de la Vía Verde del Aceite, un itinerario que mantiene la Diputación de Córdoba y que sigue el camino marcado trazado hace un siglo por las vías del tren. Atrás, también accesible desde la carretera N-432 por la que se recomienda llegar en coche a la ruta (la estación de Luque dispone de una zona de aparcamiento), se encuentra la Reserva Natural de la Laguna del Conde o del Salobral, la más extensa de la provincia de Córdoba y uno de los humedales continentales mayores de Andalucía, aunque su profundidad en pocas ocasiones supera el metro. Esta laguna de carácter estacional está rodeada de un paisaje típico de la campiña cordobesa: olivar, viñedos y cereal. Refugio de aves, los aficionados a la ornitología pueden observar en ella numerosas aves limícolas como la cigüeñuela común, el avefría europea, el alcaraván común y el aguilucho cenizo, entre otras especies.

La siguiente parada obligada en la ruta es Zuheros, considerado como uno de los pueblos más bellos de Andalucía. A sus pies, el río Bailón ha creado un desfiladero que en su día supuso un gran reto para los ingenieros que tenían que hacer pasar por aquí el tren del aceite. Este viaducto de más de cien metros de longitud fue tal prodigio de la ingeniería que hoy se mantiene intacto y ofrece una de las mejores vistas naturales que se pueden disfrutar a lo largo de la Vía Verde del Aceite.

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Vista de la Reserva Natural de la Laguna del Salobral (Luque) desde la Vía Verde del Aceite.

Llevamos recorridos tan sólo diez kilómetros desde que abandonamos la estación de Luque y llegamos a otra antigua estación, la de Doña Mencía, también reconvertida en restaurante. Ni siquiera hemos cubierto la mitad de nuestro recorrido que hasta la estación de Campo Real en Puente Genil, sumará un total de 55 kilómetros más en los que se suceden carteles informativos respetuosos con el medio ambiente ya que el uso de la madera para la señalización se ha compensado con la plantación de árboles.

La Vía Verde que sigue los pasos ferroviarios del aceite nos lleva a continuación hasta Cabra, otro de los grandes municipios donde el tren ha escrito una parte importante de la historia de este pueblo de la sierra subbética cordobesa. Aquí la vieja estación de ferrocarril se transformó en el Centro de Interpretación del Tren del Aceite, donde está el único tren que sigue circulando... aunque lo hace por una maqueta. Mientras, al visitante lo envuelven los sonidos del viejo tren del aceite en un espacio donde parece que hayamos viajado al pasado: hay una reproducción de la antigua taquilla de la estación de Cabra, objetos de la época que han aportado antiguos trabajadores de la vieja estación, como la gorra, la trompeta, la bandera y hasta el pito con el que el jefe de estación daba la salida a los trenes. En este viaje en el tiempo que ofrece el museo de Cabra el visitante puede incluso ocupar uno de los asientos del tren del aceite gracias a la reproducción del interior de un vagón... eso sí, de tercera clase. “Antiguamente había tres categorías: primera, para la clase con un mayor poder adquisitivo, sobre todo terratenientes; segunda, para funcionarios y gente acomodada; y tercera para los jornaleros, que es la que se reproduce en el museo con todos sus inconvenientes: un espacio tan estrecho que tenemos que estar con las piernas entrelazadas para caber, no había espacio ni para las maletas... Hay que recordar además que la incomodidad era mayor porque entonces las familias eran muy numerosas”, explica Francisco Sánchez Polaina, del Departamento de Medio Ambiente de la Diputación de Córdoba, institución que además cuenta con otro programa para el ocio verde, y el turismo de interior, Paisajes con Historia, que tiene ya más de 40 rutas definidas.

De nuevo en la vía verde, el último tramo de nuestro camino del aceite lo marca la última de las estaciones consideradas en el siglo XIX de primera categoría, la estación de Lucena. Desde aquí los caminos de hierro alcanzaban Campo Real, donde se unía con el gran entramado ferroviario nacional. La autovía A-318, bautizada en Andalucía como ‘la autovía del olivar’ se encuentra accesible desde este punto de la ruta, puede ser el enlace para abandonar la ruta o bien para aprovechar la gran oferta hotelera de Puente Genil para hacer parada y fonda.