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Son y están

«A la danza española le llegó la hora de quitarse complejos»

Rubén Olmo Leal. Bailarín, coreógrafo y director del Ballet Nacional de España. Nació a la vida en el hostil entorno de Las 3.000 Viviendas, sus padres se sacrificaron al máximo para darle oportunidades al descubrir su precoz talento para el baile, y su espíritu de superación lo está aplicando a que el Ballet Nacional de España destaque tanto en la recuperación de su legado como en integrar la vanguardia escénica y contemporánea.

Juan Luis Pavón juanluispavon1 /
21 ene 2024 / 05:51 h - Actualizado: 20 ene 2024 / 17:57 h.
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  • El bailarín y coreógrafo sevillano Rubén Olmo comienza su quinto año al frente del Ballet Nacional de España. (ponerle el copyright, la autora de la foto es Merche Burgos)
    El bailarín y coreógrafo sevillano Rubén Olmo comienza su quinto año al frente del Ballet Nacional de España. (ponerle el copyright, la autora de la foto es Merche Burgos)

Pocos primeros espadas de la cultura en España tienen en Wikipedia una biografía que comience como la de Rubén Olmo (Sevilla, 1980), bailarín y coreógrafo, director del Ballet Nacional de España desde 2019. “Rubén nació en el popular barrio sevillano del Cerro del Águila. De familia humilde, su padre trabajaba en una carpintería, con un horario muy exigente, hasta el punto que Rubén y su hermano solo le veían el sábado por la tarde y el domingo. Su madre limpiaba casas. Ambos se sacrificaron para sacar adelante a sus dos hijos. La infancia de Rubén transcurrió en Las 3.000 Viviendas”. Aquel niño condicionado por habitar en un entorno muy difícil, donde el lumpen del narcotráfico perjudica muchísimo a las familias trabajadoras, puede presumir con orgullo de experiencias como la dirección del Ballet Flamenco de Andalucía, de galardones como el Premio Nacional de Danza, y de estar liderando la evolución del Ballet Nacional de España, donde trabajó en sus primeros años como bailarín profesional.

Hábleme de sus coordenadas familiares.

Mi familia es originaria del barrio de El Cerro del Águila, ahora mis padres residen en el contiguo barrio de Rochelambert y mi hermano trabaja como jefe de mantenimiento en una empresa de pescado congelado. Cuando yo nací residía en la barriada de Las 3.000 Viviendas. Como ahí apenas se podía salir a la calle, nos íbamos los fines de semana a casa de mi abuela en el Cerro del Águila. Mi padre, carpintero, se desplazaba a Utrera para trabajar en la empresa Artesanía Sevillana de la Madera (Artesema), para puertas blindadas, para el tratamiento de la madera en puertas y armarios, etc. Desde muy niño lo que más me gustaba era bailar, y, cuando yo tenía dos años y medio, en la Velá del barrio del Cerro actuó una academia de baile de Las 3.000. Me quedé impactado viendo cómo actuaban esas chavalas y esos chavales, y mi madre habló con Soledad Rebollar para que yo pudiera entrar en la academia y aprender.

«A la danza española le llegó la hora de quitarse complejos»
Rubén Olmo en una escena de ‘Afanador’, el vanguardista espectáculo creado por Marcos Morau – La Veronal que el Ballet Nacional de España estrenó en diciembre en el Teatro de la Maestranza de Sevilla. (ponerle el copyright, la autora de la foto es Merche Burgos)

¿Lo compaginaba bien con su etapa escolar?

Estudié en el Colegio Público Emilio Prados, y a la vez ya estaba aprendiendo en el Conservatorio de Danza. En el colegio era un niño de buen comportamiento, tenía muy buenas relaciones con los compañeros y con los profesores. Yo siempre tenía en la cabeza el mundo del baile, y todos lo fueron entendiendo.

En su infancia, ¿qué experiencia como espectador le impactó más para fortalecer sus deseos de dedicarse al baile?

Cuando aún era muy niño y estaba en la escuela flamenca de Manolo Marín. Él montó como coreógrafo 'Yerma' para que la interpretara Manuela Vargas, con estreno en Sevilla, en el Teatro Lope de Vega, con otras figuras de la época. Y en la escuela dijeron: “Tenemos tres entradas para mañana, ¿quién quiere ir? Mis padres cogieron las invitaciones y me llevaron. Era la primera vez que yo entré en el Teatro Lope de Vega, tan hermoso, es una bombonera, en el que a tantos artistas les gusta actuar. Y fue la primera vez que vi bailar como protagonista a una figura como Manuela Vargas. El impacto en mí fue total.

¿Hasta el punto de imaginarse que sería su profesión?

Tenía claro que mi pasión era el baile. Y para entender que iba a ser mi profesión fueron encajando las piezas, al ir conociendo a muchos artistas en diversos espacios dedicados a la danza. Mi debú en una compañía profesional fue con 16 años a las órdenes de Javier Barón en 'El pájaro negro'. Y a partir de ahí comprendí que el baile iba a ser mi profesión y mi vida.

Ha citado a artistas de sentir flamenco hasta los tuétanos y a la vez capaces de atreverse a desarrollar e interpretar nuevas propuestas. ¿Le ha favorecido vivir en la infancia y adolescencia estar en un ambiente donde eso sucedía con naturalidad?

He tenido la suerte de vivir encuentros con grandes maestros, como Manolo Marín, o como Pepa Coral y Carmen Montiel en el Conservatorio, que nos inculcaban mucha ilusión, mucho respeto hacia la cultura de la danza, mucha tenacidad, mucho rigor. Y también resultó muy positivo que la primera compañía en la que trabajé fuera la de Javier Barón, que tiene una bondad especial en todas las vertientes, como creador, como compañero y como jefe, y además él venía de haber sido bailarín en el Ballet Nacional de España en la gran época de Antonio Ruiz Soler. Javier Barón también me inculcó esos criterios.

Fue muy celebrado el espectáculo que usted vertebró para celebrar en 2021 desde el Ballet Nacional de España el centenario del nacimiento de Antonio Ruiz Soler.

Antonio creó grandes coreografías para el Ballet Nacional de España, y supo legar que todas esas joyas se conservaran bien para que perduraran en el tiempo. A mi juicio, su ballet 'Fantasía galaica' es una de las obras maestras del folclore escénico, siendo capaz de integrar la muñeira. Y las 16 'Sonatas del Padre Soler' , que es un ballet clásico dentro del estilo de la escuela bolera, es una genialidad.

«A la danza española le llegó la hora de quitarse complejos»
Rubén Olmo bailando en ‘El loco’, el espectáculo de Javier Latorre para el Ballet Nacional de España inspirado en las trágicas vicisitudes del bailarín Félix Fernández a comienzos del siglo XX. (ponerle el copyright, la autora de la foto es Merche Burgos)

La danza ha sufrido históricamente tener más dificultades que otros géneros culturales para ser un patrimonio que se perpetúe, se conozca y se interprete por generaciones posteriores a la de sus creadores. ¿Cómo han integrado en el Ballet Nacional de España las tecnologías de digitalización para sistematizar que todo lo que preparan y hacen quede documentado y se pueda compartir?

En la etapa de Antonio Najarro como director ya comenzó la dinámica de grabar videos y difundir por redes sociales. Y con mi dirección se ha potenciado abrirnos a la sociedad para que sean más conocidos tanto la compañía como sus bailarines, Con el confinamiento por la pandemia covid se aceleró realizar retransmisiones por internet vía 'streaming', y con los bailarines trabajando desde casa o encerrados en nuestra sede, transmitíamos a la sociedad cómo es realizar una clase de palillos, o de castañuelas, y mostrar clases de grandes maestros. Se compartía con toda la profesión y con cualquier persona que lo quisiera ver. Hoy en día, hemos incorporado que todos los jueves subimos a internet y las redes nuevos contenidos del archivo histórico, y damos a conocer quién es Juan Mata, y Ana González, y Cristina Hernando, y otras grandes figuras en la historia del Ballet Nacional, que las nuevas generaciones no han visto bailar. Todo esto viene bien a los conservatorios de danza. Si, por ejemplo, quieren hacer las 'Sonatas del Padre Soler' coreografiadas por Antonio Ruiz Soler, pueden ver exactamente cómo se interpretó.

En la web institucional está publicado al detalle el Plan Director 2019-2024 que presentó como objetivos de su mandato, tanto en creación como en formación, exhibición e internacionalización. ¿Cómo están analizando su grado de cumplimiento?

Los diez grandes objetivos se están cumpliendo. La producción de grandes espectáculos es lo que se ralentizó a causa de la pandemia. Por ejemplo, 'La Bella Otero' se estrenó un año después de lo que estaba previsto. En 2024 vamos a potenciar la perspectiva sobre hacia dónde va la danza española, y buscar coreógrafos, compositores, gente joven que necesita una plataforma y un ballet institucional como éste para exponer sus trabajos. Faltan coreógrafos para la danza española. Sí hay más para flamenco, pero menos para danza estilizada, para escuela bolera, y tenemos la responsabilidad de potenciarlo.

¿Son conscientes los ámbitos culturales y sociales españoles de la extraordinaria capacidad polifacética que tienen los integrantes del Ballet Nacional?

A la danza le cuesta más trabajo alcanzar la valoración social que consiguen actores, cantantes, y otro tipo de artistas. El Ballet Nacional de España es único en el mundo. Es una realidad desde hace muchos años, que los españoles debemos proclamar con orgullo. Los bailarines de la danza española son de los más completos a nivel mundial: nacemos integrando la danza clásica, con la danza estilizada, con la escuela bolera, y tocar instrumentos como las castañuelas, y bailar flamenco, y además hemos incorporado la técnica de danza contemporánea.

¿Cuál es el promedio diario de horas de trabajo en bailarines de ese nivel?

Su horario, de lunes a viernes, es de 9:30 de la mañana a 16:30, con un descanso de 30 minutos para comer. Muchos vienen también sábados y domingos para trabajar en las salas, o en el gimnasio. Cuando viajamos para actuaciones, todos realizamos rutinas de tablas para mantener la preparación física, y saber qué hacer bien ante viajes de 10 o 15 giras de vuelos y traslados, y cómo realizar estiramientos al llegar a la habitación del hotel, para que los músculos estén bien al día siguiente. La compañía tiene fisioterapeutas que también viajan con nosotros, y contamos con la colaboración del Centro de Alto Rendimiento para que les marquen las tablas a realizar a cada uno de los bailarines, y también la alimentación adecuada.

¿Tienen psicólogos para ayudarles a actuar bien y superar los retos de una profesión artística tan expuesta a las exigencias de los directores, a dar la talla en directo ante el público, a afrontar el paso de los años, etc.?

No tenemos, es uno de mis próximos objetivos. Es necesario, igual que ya se ha normalizado en el deporte. Mi despacho es muchas veces el lugar donde tengo que ejercer cono psicológo para escucharles y conocer los problemas que tienen para desarrollarse. Tengo un bagaje enorme en esas situaciones. Y ya hay psicólogos especializados en atender a profesionales de la danza, así como bailarines que se forman en psicología.

¿El deseo de integrar tradición y vanguardia va a encauzarse más fácilmente tras lo que han conseguido con el espectáculo 'Afanador', estrenado en Sevilla en el Teatro de la Maestranza, y que se va a representar durante el mes de febrero en el Teatro Real de Madrid?

Sí. Se ha logrado una mezcla muy potente. Está la capacidad creadora de Marcos Morau y La Veronal, como referencia de la danza contemporánea más extrema, y está todo el poso del baile español con toda su fuerza. Cuando hablé con Marcos Morau para encargarle una coreografía, le dije que no quería que el Ballet Nacional se convirtiera en La Veronal, ni que La Veronal se sintiera coartada porque le está montando un espectáculo al Ballet Nacional. Se ha conseguido la fusión, y Marcos ha trabajado con todos los bailarines, y a la vez ha tenido a su disposición a todo mi equipo para ayudarle a integrar recursos técnicos y estilísticos.

Entre los bailarines, ¿es mayoritario el anhelo de vivir experiencias muy diferentes a sus cánones habituales? Por ejemplo, en 'Afanador', durante la mayor parte del tiempo realizan un baile intensamente coral, donde no hay cabida al lucimiento individual.

Sí es un deseo mayoritario. El Ballet Nacional necesitaba esta búsqueda de la vanguardia y alcanzar una dimensión cercana a la estética de la ópera. Además, es un ballet que tiene una pirámide muy marcada: cuerpo de baile, solistas, primeros bailarines, bailarines principales. Marcos Morau me dijo que él no iba a basar su creación en ese concepto piramidal. Hablé con toda la compañía y les comenté el planteamiento, y todos han ido a una, dándolo todo para un reto colectivo muy diferente. Y se ha demostrado que es posible, al igual que es formidable hacer un programa como 'Generaciones', que próximamente vamos a interpretar en Roma, y que incluye coreografías de Alberto Lorca y de Antonio Canales; y meses después iremos a Nueva York con 'Invocación', que es un homenaje a Mario Maya. Esa versatilidad nos permite gustar a públicos muy diversos, ya sea en Estados Unidos, en Alemania, etc.

Tras el estreno de 'Afanador', ¿han recibido desde otros países muchas peticiones para representarlo? ¿Y también en festivales de danza contemporánea?

Sí, ya hay muchas fechas concertadas para representarlo durante el año 2025.

¿Busca también integrar creadores vanguardistas en escenografía, vestuario, músicas, etc?

Hay que proteger el futuro, igual que tenemos que proteger el patrimonio del pasado para mantenerlo vivo. Tenemos que viajar con los jóvenes hacia donde ellos quieran llevar la danza. Es lo que se merece la danza española. En el flamenco se ha avanzado más, como me han demostrado muchos maestros. Recuerdo lo que me decía Matilde Coral: “El flamenco no tiene complejos, y debe meterse en todos los charcos”. En la danza española sí he notado que tuvo muchos complejos durante bastantes años, y ya es hora de eliminarlos, ya ha llegado la hora de quitarse los complejos, y de mojarnos en los charcos que nos toque meternos. La generación posterior a la nuestra lo tiene muy claro.

Entre esos charcos, ¿está el de crear coreografías abordando directamente temas de trascendencia social, sin necesidad de apoyarse tanto en obras literarias o en personajes históricos?

Estoy de acuerdo, y 'Afanador' también entronca con ese reto, porque la temática es la sesión de fotos a artistas flamencos que hizo en Sevilla Ruvén Afanador, importante fotógrafo colombiano afincado en Nueva York. Y cómo funcionó el boca-oído entre los artistas para saber que él estaba en Sevilla para eso, con un planteamiento muy vanguardista, y todos estábamos deseando participar en algo así, diferente, muy libre, para expresar el mundo del flamenco. Ese deseo de cambio se lo encontró Ruvén Afanador y el resultado fue una maravillosa sesión de fotos donde cada cual se expresó como le dio la gana, y él lo supo aprovechar.

¿Cómo se le ocurrió a Marcos Morau inspirarse en el libro-exposición de Afanador, que incluyó diseñar el cartel de la Bienal de Flamenco de Sevilla del año 2008?

La anécdota más curiosa sobre el encargo de una coreografía a Marcos Morau es que cuando él ya contactó conmigo después para decirme cuál iba a ser su propuesta, me dijo que había elegido como base temática y estética el trabajo de Afanador. Y no se había dado cuenta de que quien salía en una foto que eligió enseñarme como botón de muestra, la del ángel gitano con un mantón, era yo. No conozco un espectáculo completo de danza cuyo argumento es una sesión de fotos.

«A la danza española le llegó la hora de quitarse complejos»
Rubén Olmo caracterizado como Rasputín en una escena de ‘La Bella Otero’, espectáculo creado por él para el Ballet Nacional de España, integrando multitud de estilos de danza. (ponerle el copyright, la autora de la foto es María Alperi)

Otro charco que pisar puede ser tender puentes entre el Ballet Nacional y las danzas urbanas a pie de calle que congregan a grupos de jóvenes.

Recuerdo el impacto positivo que logró en el Teatro Real de Madrid un espectáculo de ópera donde todos los bailarines eran de ritmos callejeros. Fue bellísimo constatar cómo fueron capaces de adaptarse a la música operística y a la orquesta sinfónica, sin perder la esencia de lo que es la danza urbana. Tenemos que acercarnos a lo que sucede en la calle, a lo que piensan y sienten los jóvenes, y a la vez acercarlos a la cultura clásica, para enriquecernos todos.

¿Qué interacción tiene con figuras internacionales, a la hora de intercambiar impresiones sobre los retos para encauzar la gestión de una institución cultural como ésta?

He fomentado abrir las puertas del Ballet Nacional para que vean cómo se trabaja y propiciar la relación con todo el equipo. Muchos me llaman para avisarme de que llegan a Madrid y les gustaría ir por la mañana, y me encanta recibirlos. Por ejemplo, la gran bailarina española Ana Laguna, y tras ver ensayos de 'Afanador' nos comentó que le había impresionado la capacidad de trabajo del Ballet Nacional, cómo se pasa de la zapatilla al zapato, o la musicalidad con las castañuelas.

¿Le gustaría continuar al frente del Ballet Nacional de España con un segundo mandato de cinco años?

Sí, tengo muchas cosas que aportarle al Ballet Nacional, y seguir creciendo. Me gustaría crear una gran cantera de bailarines, y constituir un Joven Ballet Nacional, al igual que la Orquesta Nacional de España tiene su Joven Orquesta. También me gustaría que el Ballet pueda entrar en todos los grandes teatros de ópera del mundo. La decisión sobre mi continuidad no depende de mí sino del Ministerio de Cultura.

Sus compañeros de colegio o de conservatorio, sus amigos de infancia y adolescencia en barrios de Sevilla, ¿qué le dicen al constatar lo alto que ha llegado en su carrera artística y profesional?

Ha sido muy bonito descubrir su intenso afecto. Estoy en el grupo de Whatsapp de mis compañeros de clase en el Colegio Emilio Prados, y cuando organizan cenas para verse todos, tengo que disculpar mi ausencia porque estoy de gira, porque no puedo estar en Sevilla en esa fecha, etc. Y cuando les comenté que iba a actuar en el Teatro de la Maestranza y presentar un estreno, me dieron la sorpresa de que todos se pusieron de acuerdo en comprar las entradas para ir a verme, y también lo hicieron varios maestros. Lo mismo me ha sucedido con toda la gente que me conoce del Conservatorio de Danza de Sevilla. Es muy gratificante para mí.