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Son y están

«Mi mayor felicidad como músico es desarrollar creaciones de modo participativo»

Daahoud Salim Álvarez. Pianista y compositor. Es uno de los talentos más brillantes de la nueva generación de artistas nacidos en Sevilla. Hijo del gran saxofonista Abdu Salim, está siendo capaz de sobresalir tanto en el jazz como en la música clásica, recibiendo encargos de festivales, orquestas y solistas. Prepara actualmente una obra para piano con el fin de que la estrene otra joven figura sevillana: Juan Pérez Floristán

Juan Luis Pavón juanluispavon1 /
28 may 2023 / 08:01 h - Actualizado: 28 may 2023 / 08:05 h.
"Música","Son y están","Entrevista"
  • Daahoud Salim ha ganado varios premios internacionales con su quinteto de jazz y además cada vez es más valorado como compositor para músicos de clásica.
    Daahoud Salim ha ganado varios premios internacionales con su quinteto de jazz y además cada vez es más valorado como compositor para músicos de clásica.

Si aún no lo ha visto ni escuchado, apunte su nombre y apellidos. Daahoud Salim Álvarez. Un auténtico talento musical, como intérprete y como autor. Un sevillano que se conoce bien el eje Encarnación-Feria-Macarena porque lo ha vivido de niño y de chaval como su pequeño gran mundo de vecindad. Desde hace ocho años su agenda es muy internacional, gracias a ganar premios como el del Concurso Internacional de Jazz en Lovaina (Bélgica). Su actuación más reciente en Sevilla fue el pasado día 13 de mayo, en la sede de la Asociación Assejazz, acompañando al piano a su padre, el gran saxofonista Abdu Salim, en formato cuarteto junto con Javier Delgado al contrabajo y Nacho Megina a la batería. Un mes antes, vivió en el Teatro de la Maestranza el hito del estreno de una obra orquestal suya por parte de la Orquestas Joven de Andalucía.

¿Cuáles son sus coordenadas biográficas?

Nací en Sevilla hace 32 años. Mi padre, Abdu Salim, es de los saxofonistas que ha impulsado el jazz en España. Llegó por vez primera en 1975, a la base de Rota, porque él formaba parte de las fuerzas armadas de Estados Unidos. En 1983 ya se asentó en Sevilla y empezó a dedicarse únicamente al jazz, tras dejar su etapa militar. Ya había conocido a mi madre, que llevaba un negocio familiar fundado por mi abuelo, el Bazar Álvarez, en la calle Feria. Ella ya está jubilada. Soy el más pequeño de los dos hijos que tuvieron. Además, tengo otros cuatro hermanos por parte de padre, de etapas suyas anteriores. La Plaza de San Marcos fue el eje de mi infancia y adolescencia. Estudié en el Colegio Público Calderón de la Barca, en la calle Castellar. Desde hace tres años, resido en Almería con mi pareja y su hijo.

¿La música siempre fue su horizonte de vida profesional?

Innegable es la influencia de tener un padre músico. Y mi aproximación al jazz es a través de su música, que escuchaba de niño y de adolescente. Desde hace 10 años no tengo la sensación de estar siguiendo sus pasos, ni como compositor ni como intérprete. Siendo su influencia creadora muy positiva y es parte de mi bagaje cultural y formativo, me siento muy libre y estoy haciendo cosas muy diferentes.

¿A qué edad comenzó?

Empecé a tocar con cuatro años de edad, y desde los siete años escribía canciones o pequeñas composiciones con piano. La determinación de decidir querer ser músico fue con 14 años de edad, para mí fue un punto de inflexión pasar en el Conservatorio de Música Cristóbal de Morales del Grado Elemental al Grado Medio, y conecté muy bien con un profesor que me influyó mucho, Juan Olaya. Y se desató en mí el deseo de querer ser pianista.

¿Cuál fue su primera actuación en público?

Tenía 12 años, fue en la discoteca Antique, en Sevilla, y fue rapeando. Mi hermano hacía mucho rap, y yo escribía letras desde los 8 años de edad. A partir de ahí, actué en muchos lugares, algunos eran antros donde no dejaría entrar a mis hijos si los tuviera. Una vez contó conmigo El Chojín, que es de los raperos españoles más conocidos.

¿Quiénes son hoy en día los músicos que más le influyen?

En eso no hago separaciones entre creadores de un estilo u otro, ni entre jazz o música clásica, para los dos ámbitos estoy componiendo. La música de Maurice Ravel está siempre en mi cabeza. Y Messiaen. Y John Coltrane, McCoy Tyner, Billy Harper, Alice Coltrane. Últimamente también me está impactando mucho la música del cubano Gonzalo Rubalcaba. También estoy escuchando bastante al grupo colombiano Los Gaiteros de San Jacinto. Y cuando compongo clásica también siento la influencia de Mompou.

¿Cuándo conformó su quinteto de jazz?

En 2015, en mi etapa en el Conservatorio de Música de Amsterdam, empezamos a tocar en público en abril de 2016. Y por un concurso para estudiantes, en el Conservatorio nos concedieron gratis seis horas del estudio de grabación para que hiciéramos un disco. Y aprovechamos intensamente esas seis horas, el fruto fue mi primer disco, 'La llamada'. Lo autoedité para presentarlo a una gira, y dos meses después la discográfica Blue Asteroid lo publicó. Al mes siguiente, tocamos en el Festival de Jazz de Guecho y nos concedieron el primer premio del Concurso Internacional de Grupos, y editaron en disco la grabación de nuestro concierto allí. Y muy poco tiempo después salió mi primer disco de composiciones clásicas. El año 2016 fue tan inesperadamente intenso que dio lugar a tres discos. Hoy en día siguen en el grupo Bruno Calvo (trompeta), Pablo Martínez (trombón), Hendrik Müller (bajo), y Andreu Pitarch (batería) que ha sustituido desde el año pasada a la coreana Sun-Mi Hong, y también estudió en Amsterdam.

«Mi mayor felicidad como músico es desarrollar creaciones de modo participativo»
Daahoud Salim ya ha vivido la experiencia de dar un concierto en el mítico Lincoln Center de Nueva York y la Orquesta Joven de Andalucía ha estrenado una composición suya el pasado mes de abril en el Teatro de la Maestranza.

¿Amsterdam ha sido su catapulta internacional?

Sin duda. Una gran ciudad, y un gran Conservatorio, donde si uno aprovecha el tiempo intensamente, te pueden abrir muchas puertas. Estuve dos años, y es un centro tan avanzado que da opciones a los alumnos de proponer el programa de un máster, incluyendo la propuesta de músicos-profesores. Y si consideran que la propuesta es buena, lo ponen en marcha. Eso demuestra su mentalidad de apertura hacia los alumnos. Es mucho menos burocrático que los conservatorios españoles. En el calendario académico, organiza cada curso 300 conciertos por Holanda para que actúen los alumnos, y pagando al alumnado por tocar. El profesor que más me influyó fue David Kuyken, un pedagogo musical de prestigio internacional.

¿Cuánto ayuda tener un grupo estable para desarrollarse como compositor, en la interacción con quienes son la base sobre la que trabajar en ensayos, conciertos y grabaciones?

Inspira mucho saber quiénes son los intérpretes de lo que estoy ideando. Igualmente, en música clásica, cuando compuse una obra, titulada 'Plaza en silencio y azoteas alegres', sabiendo que la iba a estrenar el Cuarteto Casals. Por ejemplo, teniendo en el grupo Pablo Martínez como trombonista, se me ocurren cosas que no serían las mismas si tuviera relación con otro intérprete de ese instrumento.

¿Qué ventajas e inconvenientes tienen hoy en día los músicos en esta época marcada por la preeminencia de plataformas como Youtube o Spotify?

Nunca ha sido más fácil que cualquier persona acceda a tu música. Pero, por otro lado, hay gigantes como Spotify que no aportan derechos de autor a los músicos. Y si por principios no aceptas, te quedas totalmente al margen y eclipsado. A la velocidad que va todo, se corre el riesgo de que el hecho musical quede frivolizado y el acercamiento a la música sea más superficial. Es la inercia de pulsar un botón y dedicar solo tres o cuatro segundos a decidir si lo que suena te gusta o no. Y el peligro de que se asocia más calidad a más número de visualizaciones.

A quien aún no le conoce, ¿qué le recomienda buscar en internet para que empiece a descubrir su música?

Buscar en Spotify un disco en directo grabado en Barcelona, en la Sala Jamboree, en 2018. Hay un tema que se titula 'Historia del tiempo', y otro que se llama 'Yalut'. Son dos muy representativos de la música con mi quinteto. Como pianista de clásica, recomiendo un disco que también está en Spotify, con música de Erwin Schulhoff, compositor checo de la primera mitad del siglo XX. Y como compositor clásico, recomiendo el video en Youtube con mi obra 'Colores invisibles', en interpretación en la Fundación Juan March en Madrid.

¿Se está enfocando a dar conciertos donde el repertorio sea solo de música suya?

Sí, porque cada vez tengo más repertorio. A veces sí doy conciertos en los que interpreto la música de otros creadores, pero no es frecuente.

¿Actuar en el Lincoln Center de Nueva York es hasta ahora la mayor cota de prestigio en su carrera?

Fue muy especial. Porque entre el público hubo personas que son iconos de la música, como el saxofonista y compositor Billy Harper, y María Schneider, que es otra compositora muy valorada, y Frank Lacy, entre otros grandes músicos.

El pasado mes de abril, en Sevilla, la Orquesta Joven de Andalucía ha estrenado 'De Paz Interna', concierto suyo para saxofón y orquesta, en el Teatro de Maestranza.

He sido integrante durante ocho años de la Orquesta Joven de Andalucía, desde los 16 a los 23 años de edad, y después he acudido también a algunas de sus actividades. Es de las experiencias más enriquecedoras que he vivido hasta ahora. En esas estancias es cuando comencé a escribir obras para conjuntos de cámara, y las tocábamos de modo informal, por las noches, con la propia orquesta como público. Fue para mí una gran oportunidad de tener como un laboratorio donde experimentar. Por eso, años después, ha sido muy emotivo para mí que la OJA haya querido estrenar una obra mía, y trabajar con ellos en los ensayos, y que se hiciera en el Teatro de la Maestranza.

Ya tiene garantizado al menos otro hito en el Maestranza, porque la Sinfónica de Sevilla le ha elegido para que culmine su propuesta de obra 'Siete principios herméticos' y la estrene en la temporada 2024-2025.

Sí, me conceden una ayuda de 6.000 euros dentro de un programa de apoyo a jóvenes compositores alentado por la Fundación SGAE y la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas.

Tiene mucha amistad con otro gran talento musical nacido en Sevilla, Juan Pérez Floristán. Creo que le ha encargado una obra para estrenarla.

Sí. Tenemos muy buena relación. Estoy en ello, escribiendo una obra que él estrenará. Juan es un fuera de serie.

¿Hay más encargos en cartera?

Es muy probable que escriba una obra para violín solista y orquesta de cámara que estrene la Orquesta de Savoya (Francia) con la violinista holandesa Rosanne Philippens. Ella fue la primera persona que me encargó una obra de clásica, y ha sugerido a dicha orquesta que contaran conmigo.

¿Qué palpita en su fuero interno cuando intenta en cada obra expresar algo diferente respecto a lo que ya ha compuesto?

En cuando al contenido, suele surgir en mí primero la idea, y el título. Mi tendencia es que sean temas trascendentes, ya sea a nivel espiritual, o de debate social, desde una idea que me inquieta. Por ejemplo, tengo una obra que se llama 'Treno por las próximas víctimas de la guerra del coltán'. Es algo que me agobiaba, por los conflictos brutales que causa en África la búsqueda de ese mineral raro que se utiliza por las grandes multinacionales para el funcionamiento de los teléfonos móviles. O el tema 'Bon appétit', creado con el quinteto, sobre las barbaridades que se comen por la alimentación industrializada, como las carnes hormonadas. Su música es graciosa pero la argumentación es de peso. Reconozco que a veces la intención es más profunda que el resultado.

¿Cómo se ve artísticamente de aquí al final de esta década?

Me gusta el camino que llevo, y me imagino componiendo cada vez más, y mejor. No me imagino dejando de tocar, y seguir con mi grupo. Lo que me hace más feliz artísticamente es crear algo, trabajarlo en ensayos y montarlo para que se estrene. Me gustaría disponer de un formato, como una orquesta, o una gran big band, en el que poder desarrollar creaciones de modo participativo. Que no haya butacas como separación entre artistas y público. También quiero profundizar mis incipientes inicios en el cine, el año pasado he escrito y dirigido dos cortometrajes, titulados 'Ya está bien' y 'A Luz', y siento que audiovisualmente también puedo expresar cosas que interesen. Y además quiero hacer actividades musicales que tengan finalidad solidaria. Hace 13 años, cuando era un estudiante, participé modestamente en una iniciativa del guitarrista David Russell que sirvió para la construcción de pozos de agua en Chad. Veo esa experiencia como una referencia a seguir.