Ópera

Rossini al alcance de los niños

El Teatro de la Maestranza acoge ‘El barbero de Sevilla’, versión familiar de la ópera compuesta por Gioachino Rossini, con dirección musical de Rubén Sánchez Vieco y dirección escénica de Rita Cosentino

28 dic 2023 / 07:46 h - Actualizado: 28 dic 2023 / 09:35 h.
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Compuesta por Gioachino Rossini y estrenada el 20 de febrero de 1816 en el Teatro Argentina de Roma, la ópera bufa El barbero de Sevilla —cuyo título original en italiano es «Il barbiere di Siviglia, ossia L'inutile precauzione»— está basada en la comedia homónima de Pierre-Augustin Caron de Beaumarchais, un polímata francés que, además de dramaturgo, llegó a ser inventor, músico, diplomático, espía, editor, horticultor y traficante de armas.

Estructurada en dos actos con libreto de Cesare Sterbini, la trama nos presenta a Fígaro, un astuto barbero sevillano que pondrá todo su ingenio al servicio de Lindoro, conde de Almaviva, que pretende conquistar a Rosina, una joven encerrada por su tutor, el doctor Bartolo. Este, a su vez, planea casarse con ella para asegurar su fortuna.

Lo curioso de esta historia es que, diez años antes del nacimiento de Rossini, Giovanni Paisiello (uno de los mayores representantes de la ópera napolitana) había puesto en escena una versión de la misma. Un éxito sin igual que, contra todo pronóstico, se vería superado por el talento del compositor de Pésaro, cuando este apenas contaba veintitrés años. Que Rossini trabajara sobre este argumento y no otro se lo debemos al duque Francesco Sforza Cesarini, empresario teatral que le hizo el encargo con idea de estrenarlo en el carnaval de 1816.

La primera función en Roma no pudo acabar peor. Los partidarios de Paisiello, favorecidos por la repentina muerte de Sforza, se organizaron para boicotear la ópera, y nada más caer el telón, se dedicaron a abuchear a los intérpretes y a los músicos. Sin embargo, ya desde la segunda representación, el público aclamó la ópera de Rossini, llevándola a eclipsar la versión anterior y convirtiéndola en una de las óperas más representadas del mundo.

Un espectáculo familiar

Al objeto de introducir a los niños en el universo lírico, y coincidiendo con las fiestas navideñas, el Teatro de la Maestranza, dentro de su ciclo ‘Jóvenes audiencias’, ha programado tres funciones de un montaje coproducido junto al Real Teatro de Retiro con la participación de jóvenes cantantes del programa CRESCENDO de la Fundación Amigos del Teatro Real. O lo que es lo mismo, conscientes de la importancia de abrir las puertas de la ópera a las nuevas generaciones, este «barbero de Sevilla» no es sino una aproximación fresca y divertida a la creación rossiniana que, además de ofrecerse a los centros escolares, cuenta con representaciones para el público familiar.

Denominada ‘Ópera estudio’ por su puesta en escena sencilla —aunque repleta de atractivos—, la dirección musical corre a cargo de Rubén Sánchez Vieco, quien a su vez se hace cargo del piano, mientras que Rita Cosentino ejerce de directora de escena y se ocupa de la dramaturgia. Precisamente esta última es uno de los grandes aciertos del espectáculo, el cual sintetiza el clásico italiano en apenas 75 minutos, presentándolo de manera humorística y en español. Otra de las virtudes de este «barbero» es su apuesta por un estilo basado en la cultura pop, en la que no faltan guiños a Elvis Presley, el movimiento hippie o la estética pin-up; ello se debe en gran medida al excelente trabajo de Gabriela Hilario en el vestuario, a David Pizarro y Rober de Arte en el diseño de la escenografía, y a Eduardo Bartrina en la iluminación; un envoltorio lustroso para un proyecto único.

También es necesario resaltar la aportación de Aarón Martín en las coreografías. Una suerte de revoltijo hilarante y atemporal que traslada de manera inmediata el espíritu del proyecto al patio de butacas, propiciando que los espectadores —padres, abuelos y niños— se enganchen desde el primer hasta el último minuto.

Aunque los grandes responsables de ese feed back que promueve la ópera son los propios intérpretes, liderados por un Román Bordón en estado de gracia cuyo trabajo vocal es tan encomiable como el corporal. Su Fígaro es mágico, como el Puck de William Shakespeare, e inquieto, como el Arlequino de Carlo Goldoni, cualidades que influyen a la hora de conectar con los peques en un viaje lírico pero también sensorial. Por su parte, Carmen Lázaro y Pepe Hannan se gustan en los papeles de Rosina y Almaviva, hasta el punto que su divertimento se proyecta en todas direcciones el tiempo que dura la función. Willingerd Giménez, en el papel de Bartolo, y Mauro Pedrero, en el de Basilio, completan de manera brillante un elenco rematado por los bailarines Adriana Vieiro y Dani Flor, quienes aportan plasticidad (y muchísimo músculo) a la partitura de Rossini.