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A cada tiempo, su afán

En el siglo XVIII los frailes reprochaban a los ilustrados que no respetaran el año marcado por el "orden natural" que se explicitaba en la liturgia: el día de la Encarnación es el 25 de marzo...

el 14 sep 2009 / 23:22 h.

En el siglo XVIII los frailes reprochaban a los ilustrados que no respetaran el año marcado por el "orden natural" que se explicitaba en la liturgia: el día de la Encarnación es el 25 de marzo porque hay nueve meses -los de una preñez- hasta el 25 de diciembre a donde se llega después de transcurrido el Adviento; los cuarenta días anteriores a la Pascua serán la Cuaresma y, antes de ella, el Carnaval, con su domingo de Carnestolendas y su martes que en Venecia se llama "lardiano" por el tocino -lardo- que, a partir del día siguiente, no podría ya comerse. Cada cosa, a su tiempo venían a decir, y eso es lo que le soltamos a un niño que, por ejemplo, se pone a cantar villancicos en mayo.

La tradición ha de seguir un cauce; el tiempo de carnaval es también liturgia y, sobre todo, forma parte de la liturgia cívico-religiosa que los sevillanos gozamos o padecemos, según quien. Pero ahora ya no la dinamitan ilustrados descreídos sino cofrades iletrados que se empeñan en llenar los espacios del año sin una mínima idea del por qué de las cosas. Sus consecuencias se plasman en las calles con procesiones pasionistas antes del Miércoles de Ceniza, o sea, extemporáneas, sin que, por otra parte, a nadie parezca importarle. Núñez de Herrera decía que para la Semana Santa Sevilla tiene lugares y ocasiones y San Mateo escribía en su Evangelio (6,34) "bástele a cada día su afán".

Antonio Zoido es escritor e historiador

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