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Abrazos y alambradas para una España abierta

Todavía con el recuerdo de Ahmed, Mohamed e Ibrahim, llegamos hasta la frontera con España. Una amplia extensión de controles separa Marruecos de Ceuta.

el 14 sep 2009 / 23:51 h.

Todavía con el recuerdo de Ahmed, Mohamed e Ibrahim, llegamos hasta la frontera con España. Una amplia extensión de controles separa Marruecos de Ceuta. Atrás quedan los colores, los contrastes, la música, los aromas, las caminatas, los abrazos, las conversaciones, las impresiones visuales, las huellas del corazón, los estrechones de manos. Conocimos también a un joven canadiense, continuamente sumergido en la dimensión del hachís, y a un sexagenario argentino enamorado de Cádiz. Es la materia prima que puebla la tierra: gente, nada más y nada menos. Gente como la que soporta a los turistas haciendo fotos hasta en el ombligo.

Con el recuerdo y sabor de la gente accedemos a la frontera. Prohibido pasar. Prohibido hacer fotos. Paciencia. Alambradas y muros a los lados. Alambre de espino en las terminaciones. Furgones y uniformes nos rodean. La documentación de Fátima y Kaltoum es inspeccionada con lupa por los agentes españoles. Lástima que no pudiéramos hacer fotos. Habría inmortalizado entonces un espléndido cartel oficial que daba la bienvenida a la urbe española: "Ceuta. Ciudad abierta". Ciudad ¿qué? ¿Abierta? Pues será al mar, amigo, sólo al mar.

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