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Adiós, deuda adiós

Ya no tenemos deuda. Trampas sí, más que un pajaritero, como dicen en el pueblo. Pero deuda, lo que se dice deuda, la de siempre, que por eso la llamamos histórica, ya no, porque nos la han pagado. Bueno, han pagado una parte en forma de adelantos, empezando...

el 16 sep 2009 / 00:15 h.

Ya no tenemos deuda. Trampas sí, más que un pajaritero, como dicen en el pueblo. Pero deuda, lo que se dice deuda, la de siempre, que por eso la llamamos histórica, ya no, porque nos la han pagado. Bueno, han pagado una parte en forma de adelantos, empezando por aquél de ciento veinte millones de euros -veinte mil millones de las pesetas de 1996- que vino a traer en mano Mariano Rajoy, por entonces ministros de Administraciones Públicas, y que recogió Magdalena Álvarez, como consejera de Economía, haciendo con sus deditos el signo de la victoria. Ahora, haciendo caso a nuestro mandato estatutario, se ha fijado la cantidad en mil doscientos millones, y se ha firmado el compromiso de pago en el plazo de un año.

Y está bien, porque, más o menos, tocamos a ciento cincuenta euros por andaluz, y tal como están las cosas, una ayudita no nos viene mal. Lo que pasa es que tampoco nos va a arreglar la vida, ni la crisis, porque esos mil doscientos millones son una insignificancia, si los comparamos con lo que Andalucía ha recibido de fondos estatales, por múltiples conceptos y, sobre todo de fondos europeos. Y a pesar de eso, estamos como estamos. Lo que pasa es que ya le habíamos cogido cariño a nuestra deuda histórica, y aunque no se sabía muy bien en que consistía exactamente -porque lo de la liberación de servicios básicos, que es lo que se recogía en el Estatuto de Andalucía, el de antes, le sonaba a chino al personal- pero daba un juego que no me veas. Porque los andaluces estábamos convencidos de que algo, por lo que fuese, se nos debía, que habíamos sido tratados injustamente, en comparación con otros, y teníamos derecho a que se nos compensase. Y lo bonito que era pedir.

Sería un interesante ejercicio de pedagogía política el hacer un estudio de las miles y miles de páginas que el tema de la deuda histórica -recordemos sesiones interminables en las Cinco Llagas- ha ocupado en los diarios de sesiones del Parlamento. Si a eso añadimos las intervenciones en distintos foros de políticos, expertos y asimilados, o las miles de crónicas, entrevistas y artículos publicados en los medios, nos daremos cuenta que, a lo largo de estos años, la deuda ha sido uno de los argumentos más entrañables de nuestro debate político.

Pues eso, ahora por mil doscientos millones, se ha acabado -excepto lo que pueda dar de sí la discusión sobre si la Junta podría haber defendido una cantidad un poquito mayor, o mucho más mayor-, y nos hemos encontrado sin deuda histórica que echarnos a la cara, y la verdad es que la vamos a añorar, porque daba mucho juego a la hora de lucirse. De verdad que todavía me emociono recordando algunas intervenciones. Porque seamos sinceros, no queda uno lo mismo de bien, hablando de la deuda histórica, con toda la grandeza y el misterio que conlleva, que de, por ejemplo, los trenes de cercanías, por mucha falta que haga. La deuda histórica es lirismo puro y los trenes, vulgar prosa. Por eso, porque me siento sentimentalmente afectado, tengo que despedirme con un sincero: adiós deuda adiós.

Periodista

juan.ojeda@hotmail.es

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