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Adiós, niños

Ayer se fue la primera tanda del total de 653 niños saharauis que han pasado el verano acogidos por familias sevillanas. Cuántas lágrimas.

el 16 sep 2009 / 07:22 h.

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"Cuando me porto mal, mi madre me dice: Niña, ¿por qué no te habrás quedado en España, hija?" Pero, por cuarto año consecutivo, Hasina Suleiman, como el resto de los 653 niños saharauis acogidos al programa Vacaciones en Paz, ha emprendido el regreso a los campamentos del desierto argelino para reencontrarse con la mayor felicidad que conoce: su familia. O, como se dice en Sevilla, su familia de allí.

En una caja exactamente igual a la del resto de los niños, Hasina lleva miel para su abuela Barkalina; un móvil y unos zapatos para su hermana Dahba; un queso enorme para Haiduma, su madre; ropa a porrillo, medicamentos, más comida, artículos de higiene personal, material escolar y, metidos a presión, todo tipo de pequeños remedios para grandes necesidades. Es, junto con algún dinero (el que los padres de acogida quieran dar) lo que más o menos todos los chiquillos llevan de regalo para sus familias, aparte sus figuras lustrosas, generalmente más anchas y altas que cuando llegaron, dos meses atrás.

Probablemente, Hasina no volverá. El año que viene estará justo en el límite establecido por el Frente Polisario (de 7 a 12 años) para los niños que quieran pasar julio y agosto en España mediante la extensión de un visado colectivo.

En su caso, por esa razón; en otros, por el dolor propio de las despedidas. Cada cual lloraba ayer su historia en el sanatorio de Miraflores, donde hasta el jueves se oficiará la salida progresiva hacia Málaga en bus y, desde allí, en avión hasta Tinduf con escala en Orán. Más de 24 horas de viaje, cuya pesadez es un precio escaso para todo cuanto, a cambio, han ganado ellos y quienes lloraban ayer al decirles adiós.

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