Para ello se creará un fondo económico que anime a los combatientes insurgentes a abandonar las armas y apoyar al Gobierno, con incentivos económicos, laborales y de concesión de tierras. España aportará diez millones de euros a este fondo y enviará 510 soldados más al país. Durante su intervención en la apertura de la Conferencia en la capital británica, Karzai explicó que a los trabajos de ese consejo seguiría una "jirga [asamblea tradicional afgana] de paz", con el rey Abdula de Arabia Saudí jugando "un papel destacado" para "guiar y contribuir" en el proceso de transición política en Afganistán. "Debemos tender la mano a todos nuestros compatriotas, especialmente a nuestros desencantados hermanos que no son parte de Al Qaeda o de otras redes terroristas y que aceptan la Constitución afgana", manifestó el presidente afgano.
Ante los delegados de los aproximadamente 60 países que participan en esta Conferencia, Karzai reivindicó un especial protagonismo para su país y sus ciudadanos en el proceso para recuperar el control político y de seguridad. "Estamos aquí para hablar de cómo avanzamos, con una iniciativa de autoría afgana, que garantice la paz y la estabilidad de Afganistán y de sus vecinos", dijo Karzai, quien subrayó que "los éxitos de estos últimos ocho años no hubieran sido posibles sin el sacrificio de los ciudadanos afganos". Karzai también destacó la importancia de involucrar a los países de la región en el proceso para devolver las competencias en materia de seguridad al Ejército y la Policía de Afganistán, algo que podría empezar a ocurrir en algunas provincias a finales de este año.
"Alcanzar una situación de estabilidad y seguridad no se puede conseguir desde el aislamiento. La seguridad de Afganistán necesita de un enfoque integral con participación y cooperación de los países de la región", indicó el presidente, que expresó su confianza en completar este proceso en el plazo de "dos o tres años". Buena parte de su intervención estuvo dirigida a sus ciudadanos, a quienes aseguró que en esta transición habrá "un liderazgo afgano, de autoría afgana", que se centrará especialmente en mejorar las condiciones de vida, con más empleo y menos corrupción.
Este último asunto es donde más presionado está Karzai, por su deficiente gestión durante su primer mandato y por su controvertida y discutida victoria en las elecciones de agosto. En este sentido, Karzai prometió "simplificar las reglas y los procedimientos" administrativos para tratar de "favorecer un entorno sin corrupción" y transferir competencias de poder a las provincias y las autoridades locales para evitar una excesiva centralización. "Las elecciones parlamentarias de dentro de ocho meses serán una nueva oportunidad", argumentó Karzai, para demostrar si su Gobierno está cumpliendo sus compromisos de lucha contra la corrupción, asunto que situó entre las prioridades de su mandato. Estamos decididos a poner fin a la impunidad", añadió.
