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"Ahí están los que lucharon"

En el cementerio se celebraron ayer los actos de recuerdo a la República.

el 14 abr 2010 / 19:30 h.

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En una de las placas que recuerda a los asesinados, colocaron ayer flores y retratos.

Encarna Domínguez cumplió ayer 79 años. Los mismos que hubiera cumplido la República si el golpe de Estado del 36 no hubiera derrocado la legalidad del gobierno que se instauró en las urnas el 14 de abril de 1931. Encarnación se acercó ayer al cementerio de San Fernando y lloró al escuchar el himno de Riego, en un segundo plano, lejos de los discursos. "Por todo lo que tuvo que sufrir mi madre", dice. A su padre lo mataron en Palomares y lo trajeron a enterrar al camposanto sevillano. No sabe en cuál de las fosas está. Ella tenía cinco años, los mismos que la República.

Como cada 14 de abril los republicanos de Sevilla acuden al cementerio a honrar a los muertos y represaliados por la dictadura franquista. "Ahí están los luchadores por la libertad", se escucha en el silencio de la mañana. Cruces hechas con flores de los colores de la bandera republicana -el rojo, el amarillo y el morado- es la única señal sobre la tierra. El sonido de un violín. Cuadros con fotografías con la imagen de alguno de los fallecidos. Un listado de nombres. Sólo una ínfima parte de los miles de muertos que descansan sin ataúd ni lápida.

"Mi madre salió corriendo tras el camión que se llevaba el cuerpo de mi padre", cuenta Encarna. "Si no es por unos vecinos que tenían un bar, la hubieran matado también a ella porque no paraba de gritar ¡asesinos!". Esta mujer, apoyada en su muleta, llega acompañada de su hijo, que explica que, a pesar de los años, nunca deja de llorar por todo lo que pasó y que por eso no la suelen traer a este tipo de actos de recuerdo a la República "porque lo pasa mal".

Para ella hablar del pasado es imaginar a su madre arrodillada en las fosas, entre cadáveres, buscando el cuerpo de su marido. "No consiguió dar con él, pero sí reconoció a otros vecinos del pueblo y pudo devolver a las viudas la cartera y el reloj de otros dos fusilados". Encarna vuelve a emocionarse al reconocer que su madre "no tuvo la suerte" de encontrar a su padre. "Tuvo que prometer a un sepulturero que vigilaba la puerta que no lloraría. ¿Cómo no iba a hacerlo, si acababa de perder al padre de sus 10 hijos".

Después de aquello lo fueron perdiendo todo. Primero la guerra y luego los bienes materiales que le quedaban: las tierras y luego hasta los dejaron sin sillas. La vida de Encarna parece una metáfora de la historia de España en uno de los capítulos que ayer se querían recordar "para que no se olvide".

Ayer, en el cementerio de San Fernando se celebraron varios actos. Por un lado, el organizado IU. Por otro, uno de la delegación del distrito Norte. Más tarde, uno más de las Juventudes Socialistas. Otra metáfora.

"Ella se fue sin saber de qué iba esta vida y creo que yo me voy a ir igual", suspira Encarna sentada en un banco.

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