Lamentablemente nos movemos en un mundo mediatizado, donde se parte de la premisa y convencimiento de que la sociedad resulta manipulable y que existen instrumentos de persuasión y convencimiento de masas que son utilizados tanto con fines lícitos como espurios. Por eso existen y se sufragan costosas campañas publicitarias y electorales, con las que se pretende captar la voluntad e intenciones de consumidores y votantes.
Ese principio es perfectamente asumido por unos medios de comunicación que, en la mayoría de las ocasiones, cubren su cometido de información, pero que, en otras, tienden a limitarse a divulgar el contenido de hechos noticiables sin verificar y contrastar las fuentes de donde proceden. A veces, esa mala práctica simplemente obedece a una falta de profesionalidad, mas en otras, vengo advirtiendo que esos medios de comunicación se convierten en meras correas de transmisión de las líneas de adoctrinamiento político, ideológico o incluso sectario, del color que sea, que intentan revalidar, aun a costa de la transparencia, veracidad y objetividad de la noticia. Penoso, pero cierto. Así, leo con asombro y tristeza, una nueva muestra de esa alienación informativa, cómplice de la política de discriminación hacia los padres, seres despreciables e indignos por el hecho de haber nacido bajo el signo de Caín que solo a ellos estigmatiza. A uno, acusado, que no condenado, como maltratador, se critica que se le haya permitido estar con su hijo de corta edad, dos días y dos noches al mes. En todo caso, la medida de alejamiento no se extendía al menor. Aún sin conocer el alcance y regularidad de la medida judicial acordada tras un juicio contradictorio, lo que más me preocupa es que, como siempre, sólo hemos podido conocer por los medios la versión de la madre y familia materna. La opinión del padre y familia paterna no existen porque no interesan. Imparcial juicio público, sin duda, enmarcado en el fundamento de igualdad de oportunidades.
