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Allá los jaramagos, aquí un jardín

La primavera irrumpe en esta columna: a partir de hoy versará sobre florecillas, nubes que se cruzan, sonrisas infantiles que impulsan nuestros días. La semana pasada intenté reflexionar sobre ayudas o no ayudas, acerca de la independencia pese al logo, o de la autonomía y autogestión frente a ese logo...

el 16 sep 2009 / 03:05 h.

La primavera irrumpe en esta columna: a partir de hoy versará sobre florecillas, nubes que se cruzan, sonrisas infantiles que impulsan nuestros días. La semana pasada intenté reflexionar sobre ayudas o no ayudas, acerca de la independencia pese al logo, o de la autonomía y autogestión frente a ese logo; confesaba no poseer opinión al respecto todavía, y conocer ejemplos representativos de cada postura, ambos válidos e impulsados por gente de talento, con las ideas claras, y con excelentes resultados. Me ha sorprendido ?les confieso? que un texto con más dudas y preguntas que afirmaciones molestara e incitase, incluso, a la descalificación.

Allá los jaramagos, aquí un jardín. Acabo de leer Libro de las derrotas, de Antonio Orihuela, publicado por La Oveja Roja. Lo he disfrutado mucho: Orihuela es lúcido, pregunta, creo que incomoda incluso a quienes aseguran compartir sus ideas, porque nos tambalea.

Mientras ?se lee de un tirón, pero obliga a revisarlo más de una y de dos veces? iba picoteando: De ida y vuelta, el poemario de Sara Herrera Peralta que acaba de editar Difácil ?obtuvo el Premio Internacional de Poesía Martín García Ramos?, y que justifica y otorga carne a esa tópica idea sobre la literatura como creadora de mundo ?con Sara es verdad, y se envuelve en poemas excelentes?, y El detective amaestrado, de Samuel Rodríguez Navarro ?en el catálogo de Idea?, un blog que salta al papel y habla de la vida y la literatura, de la pasión por ambas, y corona cada capítulo con fechas, pero se disfrutará hoy, mañana, sospecho que también dentro de muchos años.

Los mejores libros justifican el mundo; otros, igual de buenos, pueden desmoronarlo. A mí estas lecturas, tan distintas entre sí, me convencieron de lo poco que merecen la pena según qué actitudes. Me alegra que haya quien tenga tan claro qué piensa, y por qué quienes disienten del resto de sus pareceres no pueden compartir sus ideas; yo ?mientras, y menos mal? me instalo en la interrogación, continúo sin verlo todo meridiano.

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