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'Antes la ilusión era vivir en el Aljarafe, ahora lo es en la capital'

La titular de Geografía Humana de la Universidad de Sevilla lleva un cuarto de siglo inspeccionando las entrañas del área metropolitana. Sus estudios, lejos de perderse en cifras de población, ofrecen una realidad más cercana, capaz de denunciar la creación de guetos o el aumento de los núcleos chabolistas.

el 16 sep 2009 / 06:15 h.

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-Hace meses alertó en un estudio del riesgo de la aparición de guetos en los barrios de inmigrantes de Sevilla, ¿el peligro sigue ahí?

-La amenaza todavía existe, pero al menos las administraciones han tomado conciencia de ello. Saben que hay barrios de inmigrantes que, si se les deja de la mano de Dios, pueden convertirse en guetos. En estos núcleos, localizados en la Macarena, la zona este de Sevilla o la primera corona metropolitana, se han iniciado planes, en cooperación con las ONG, para evitar ese efecto. Sin embargo, ahora el problema con la población inmigrante es otro.

-¿Cuál es el problema actual?

-De pronto han vuelto a aparecer los núcleos chabolistas. Tanto en Tablada como en la zona inundable del Guadalquivir van en aumento en los últimos meses. Y todo ello ha sido provocado por el aumento del paro, que ha resucitado el fenómeno de las chabolas. Los inmigrantes se dedican a la construcción y al sector servicios, que son los más castigados por la crisis, y los que están en peores condiciones se ven obligados a vivir en chabolas.

-¿Cómo se presenta el futuro de estos núcleos chabolistas?

-Si los indicadores económicos siguen en caída, la situación irá a peor. Los políticos deberían unirse para crear una agencia especial contra el chabolismo, que se encargue de vigilar y acomodar a esa población a una circunstancia más digna. Lo que no puede pasar es que las administraciones miren para otro lado o busquen alternativas erróneas, como darles dinero para que se vayan o regalarles una vivienda.

-¿Son los inmigrantes los más perjudicados por el desempleo?

-El paro afecta a todos, pero es verdad que los inmigrantes se ven más afectados. Y no sólo en la ciudad, con la pérdida de puestos de trabajo en el sector servicios o en la construcción, sino también en el campo. Allí el problema es que cada vez se traen más cupos de otros países. Antes, los inmigrantes iban a la recogida de la aceituna y la fresa, pero ahora llegan y ven que traen los trabajadores de fuera. Eso lo que genera es que vayan aumentando las bolsas de desempleo entre los inmigrantes de la provincia.

-¿Sevilla está preparada para mantener los 700.000 habitantes?

-La tendencia es que siga creciendo levemente y se mantenga por encima de esa barrera en un futuro. Los movimientos migratorios, el repunte de la tasa de natalidad y la política de VPO contribuyen a esta dinámica.Sevilla está en lo que se conoce como crecimiento cero y lo lógico es que siga así. Pero la crisis despierta un alto grado de incertidumbre. Si se agudiza la crisis, se corre el peligro de que muchos inmigrantes se vayan a otras zonas de España con yacimientos de empleo. Y así Sevilla perdería población.

-¿Cómo repercute la influencia de las viviendas protegidas en ese incremento de la población?

-La población tiende a moverse hacia núcleos con el mejor parque de viviendas protegidas. En este punto, los tiempos han cambiado. Si hace años la ilusión era vivir en el Aljarafe, las últimas promociones públicas han revertido la dinámica: Sevilla vuelve a ser un destino para vivir y atrae a las familias jóvenes.

-¿El área metropolitana seguirá creciendo a un ritmo superior al de la capital hispalense?

-Sin duda, aunque moderará su crecimiento por la crisis. Dos Hermanas, Alcalá de Guadaíra y La Rinconada irán un paso por delante, con altas tasas de crecimiento. Pero lo sorprendente será el Aljarafe, que, pese al boom inmobiliario de los últimos años, aún no ha tocado techo. Los expertos estábamos seguros de que iba a parar, pero no será así por el momento. La segunda y tercera corona del Aljarafe siguen incrementando suelo urbano. Pero todo dependerá del sector de la construcción, que está muy parado. Sólo hay que pasear por el Aljarafe para ver que las grúas han abandonado los cielos de Sevilla.

-En sus análisis demográfícos, ¿se detecta algún municipio que vaya a dar la sorpresa en términos de población?

-Carmona y Utrera se van recu- perando de un bache histórico en el que cada año perdían población. Utrera estaba hundida, pero las mejoras en la conexión con Sevilla y la apuesta por las políticas de desarrollo local han recuperado los signos de vitalidad demográfica. En ese punto también está Carmona. Sus políticas y su apuesta por el turismo han atraído a más población.

-Una manera de atraer a más población al área metropolitana podría llegar con el Potaus, el plan que vertebrará la Gran Sevilla, ¿cuál es su primera impresión?

-Después de tanto tiempo de espera, sólo cabe decir que, como el Metro, por fin va a llegar. Llevamos desde los años 70 intentando crear un documento con capacidad para planificar y organizar el área metropolitana. Aunque llega tarde, al menos ya está para su puesta en práctica y los siguientes planes, sin lugar a dudas, irán a mejor.

-Así da la impresión de que el Potaus nace con ciertas carencias.

-El gran fallo es su filosofía y más si se tiene en cuenta la crisis económica que estamos atravesando. El plan debería haber sido más participativo y que diera pie a la coordinación municipal. Todos los municipios ya tienen sus documentos de planificación local, con su desarrollo industrial, residencial y de servicios. Si esto está hecho, el Potaus debería ser el marco administrativo para coordinar las políticas locales. Ya que se opta por un plan supramunicipal, debería insistir en localizar los puntos negros del territorio y dar soluciones. Sin embargo, se apuesta otra vez por el desarrollo económico. Y eso es un error.

-¿La presión ejercida por los ayuntamientos en la redacción del plan [se entregaron más de mil alegaciones] ha podido influir?

-Claro. Pero no es sólo culpa de los alcaldes, sino de todos los que han desarrollado el plan. Los ayuntamientos piensan más en la competitividad, es lógico, todos los pueblos tienen que ser los mejores. Pero eso es un error. El sistema urbano tiene que ser equilibrado y los pueblos deben ser complementarios. Un buen ejemplo de esa coordinación fue la Línea 1 del Metro. Sevilla, Dos Hermanas, San Juan de Aznalfarache y Mairena del Aljarafe tuvieron problemas con las obras, pero se sentaron juntos para ponerse de acuerdo. Esa es la única fórmula.

-Anteriormente se ha mostrado crítica con la planificación de viviendas, ¿cuál es la razón?

-Los crecimientos demográficos son lentos y eso no casa con la construcción de viviendas. Sólo hay que ver que, con la crisis, se han quedado cientos de viviendas vacías. Pese a ello, los ayuntamientos siguen adelante con su previsión de obra. Hace falta un análisis que establezca un parque de viviendas ajustado a la población. Eso o no se ha hecho o no está bien hecho, porque 54.485 viviendas son demasiadas. Además, no todo es crecimiento. ¿Qué se hace con San Juan y Tomares, que no tienen sitio para edificar? No hay que pensar sólo en construir, sino también en renovar el tejido urbano.

-Por ahora sólo se habla de críticas, ¿qué ventajas tiene el plan?

-Bien tratado, puede ser un revulsivo económico para el área metropolitana, pero sólo si se trata con cordura y sensatez. Además, ayudará a crear una conciencia metro- politana que por ahora no existe. Si lo hubiéramos hecho antes, Sevilla tendría asumida una verdadera cultura metropolitana como existe en Madrid, Barcelona o Bilbao. Sin embargo, la Gran Sevilla sólo ha ido a impulsos de los ayuntamientos.

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