Ya lo hicieron grandes artistas andaluces como Guillermo Pérez-Villalta, Manuel Barbadillo o Curro González. Ahora le toca el turno a Antonio Sosa (Coria del Río, 1952), quien tendrá que desnudar su yo creativo para dar a conocer su proceso de trabajo en una exposición.
La serie Procesos, un proyecto de la Fundación Aparejadores de Sevilla que comisarían al alimón los críticos Juan Bosco Díaz de Urmeneta y José Soto, intenta mostrar las vías de elaboración artísticas en diversos autores, con el doble propósito de mostrar cómo el arte parte de la vida cotidiana y en qué medida interviene en su elaboración la inteligencia.
De este modo, "pretendemos poner un grano de arena en la comprensión del arte, separándolo del oscuro mito del genio y de las tendencias que lo presentan como fruto de lo irracional", aseguran sus comisarios.
En esta ocasión, y después de una exitosa trayectoria que ha pasado por los más veteranos artistas de nuestra región, le ha tocado el turno a Antonio Sosa, miembro de la prolífica -tanto en número de autores como en obras- generación sevillana de los 80 y reconocido internacionalmente tanto por su trabajo escultórico como por sus dibujos.
La exposición mostrará el proceso creativo de este artista a través de sus apuntes, bocetos y moldes y también se verán obras terminadas como un impresionante dibujo de ocho metros de largo.
No obstante, lo que en realidad trae Antonio Sosa a la Fundación Aparejadores es "una inquietud y una reflexión en la que mezcla maravillosamente la iconografía con el pensamiento racional, la síntesis y el análisis, la metáfora de sus sueños, y un mundo rico de ensoñaciones descrito en un lenguaje tan cargado de poesía que parece descender de un mundo perdido", aseguran asimismo los comisarios.
Sosa trabaja en una vía intermedia entre el escultor y el grabador, de tal modo que esta muestra servirá para explicar cómo hace sus grotteschi, es decir, las figuras que llamamos bordados, quitando material de una amplia superficie de poliestireno expandido: los talla, por así decirlo, en negativo (como el escultor libera a la figura de la roca que la aprisiona).
Posteriormente, cubre la superficie que resta en pintura y la comprime contra el papel. Ahí deja su huella y en ese espacio trabaja. Las figuras aparecen así incorporadas a la huella de la materia, insertas en su red, selladas por ella. Pero ése es sólo uno de sus procesos creativos.
