Ayer tuve la ocasión de visitar en la Isla de la Cartuja a directivos de una empresa instalada allí. Fui por la tarde y conocí de primera mano el gran problema que existe en aquella zona de Sevilla a la hora de estacionar el vehículo. Si en esos momentos ya existían dificultades, lo de la mañana, me comentaron, era desesperante. No se montan los coches uno encima de otro, pero casi.
Y la segunda parte del problema, no menos importante, era que programar visitas de hipotéticos clientes a su respectivo pabellón se había convertido en misión casi imposible, por lo que eran ellos los que se tenían que desplazar a otro lugar de la ciudad para cualquier negociación, con lo que se perdía el valor añadido de la visita a la empresa, puntera en investigación, por cierto. Este tema hay que tomárselo muy en serio. La Cartuja precisa de nuevos aparcamientos como agua de mayo. No vale mirar hacia otro lado porque así el problema no va a desaparecer, entre otras cosas, porque allí cada vez hay más personas. Afortunadamente.
Periodista
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