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"Aquí venimos mi general, a ascender al Betis"

el 16 may 2011 / 20:15 h.

Gordillo y Mel hacen el signo de la victoria en el AVE. (Rodríguez Aparicio)

"Aquí venimos mi general, a ascender al Betis”. La frase la pronunció en diciembre de 1953 el vasco Sabino Barinaga, que durante diez temporadas había sido jugador de los buenos del Real Madrid y había jugado otros tres años en Primera en las filas de la Real Sociedad.

El general en cuestión era Ernesto Saenz de Buruaga, capitán general de la Región Militar de Andalucía, ante el que Barinaga se cuadró cuando lo vio entrar en el vestuario –un hecho inédito en aquellos tiempos– el día que iba a realizar su primer entrenamiento con el Real Betis Balompié, en la que iba a ser su última temporada en Tercera división, pues Sabino cumplió su promesa y ayudó al Betis a salir del pozo en el que había estado durante siete durísimas temporadas.

Barinaga fichó por el Betis por recomendación expresa del general y luego tuvo la ocasión de entrenar, en diversas etapas (1955, 1960, 1968) al equipo verdiblanco, pues Sabino ya fue un hombre del club hasta los restos, pese a que su carrera como entrenador incluyó estancias en Osasuna, Oviedo, Málaga, Atlético, Mallorca e, incluso, una temporada en el Sevilla FC.

La figura de Gordillo.
La frase de Sabino se me vino a la cabeza desde el punto y hora en que Rafael Gordillo fue reclamado por la jueza Alaya el pasado mes de agosto para ponerse al frente de la nave bética, que navegaba a la deriva por el nefasto timonel que la gobernaba, hasta el punto de dejarla a merced de los piratas y saqueadores de baja ralea que a sus velas se acercaron.

Nueve largos meses ha estado Gordillo –primero con Porrúa e Huidobro, luego con Bosch y un selecto grupo de consejeros– agarrado con firmeza al timón y soportando los embates de un mar revuelto que podía hundir definitivamente la nave como no hiciera escala la próxima temporada en Primera división.

Lágrimas de emoción. De ahí que Rafael Gordillo rompiera a llorar de emoción cuando el AVE del ascenso hacía minutos que había pasado por Guadalajara y se consumaba la victoria del Alcorcón. El Betis ya había subido hace días, pero el recursito del Granada –aun no presentado–, el empate en Córdoba y la derrota en Tarragona estaban retrasando más de lo recomendable la hora de la celebración.

Besos con Mel. Gordillo recibió abrazos de todos y con Mel hasta se dio de besos, para que luego digan algunos que no se pueden ni ver. El entrenador es otro de los grandes artífices de este ascenso: llegó en verano por un plato de lentejas (una ficha bajísima de apenas 150.000 euros) y luego lo renovó Oliver con pólvora ajena, multiplicando sus futuros emolumentos casi por diez. Sabido es que su contrato será revisado a la baja porque el club, inmerso en ley concursal, dificilmente lo puede asumir, aunque pueden apostar con certeza de no equivocarse a que Mel va a seguir entrenando al Betis la próxima temporada y puede que varias más si las cosas le siguen rodando como ésta, que ha sido sencillamente espectacular.

Cambio de presidente. Gordillo dejará de ser presidente, pero su futuro sigue estando dentro del club y, aunque aún no lo ha confirmado, pienso que va a seguir como encargado de las relaciones institucionales. Él y Bosch ya tienen decidido quién será el nuevo presidente, y los tiros apuntan al actual consejero Miguel Guillén.

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