Hace ya tiempo que el concepto de Responsabilidad Social Corporativa, la contribución empresarial al mejoramiento de la ecología, la integración social y la economía, se concretó de muchas formas. Los resultados han sido aceptables en grandes corporaciones pero nadie sabe muy bien aun cómo trasladar esas experiencias al campo de firmas medianas y pequeñas. Por eso me parece un punto de partida experimentar en el Polígono La Isla el cambio del vehículo particular, el coche con un solo trabajador, por el colectivo, el autobús. Lo que ahora se pretenden implantar, más que una innovación, es un remake de algo que se fue al traste precisamente porque el vehículo particular impuso su "señorío".
La compra desaforada de coches hizo del autobús un transporte de pobres y eso es lo que sigue siendo el bus de línea en el que monto cada día y en el que, tanto a la ida como a la vuelta, todos los pasajeros podemos sentarnos cómodamente. Ahora, ante el cambio climático, el del transporte particular por el colectivo es ineludible pero, por eso mismo, no debe ser "un regalo" sino el fruto de la concertación social, no de dos entes públicos que, a fin de cuentas, gastan el dinero de todos. El esfuerzo ante el cambio climático ha de significar una nueva cultura a la que todos tenemos que contribuir. Y contribuir es pagar. Como pagamos los inmigrantes y yo el autobús todos los días.
Antonio Zoido es escritor e historiador
