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Autohomenaje del Cajasol ante Estudiantes

El conjunto de Joan Plaza derrotó por 88-74 al Asefa Estudiantes en partido aplazado de la ACB por su compromiso en la Final Four de Treviso. Los sevillanos se sacaron la espina de la derrota en la final y de la racha de seis tropiezos en la liga con una exhibición desde el triple.

el 21 abr 2011 / 19:50 h.

Virgen de los Desamparados y Cristo de los Afligidos.

Incluso sin jugarse nada, este Cajasol que arrastra el cansancio de la Final Four de la Eurocup es capaz de emplearse como si algo le fuera ya en la ACB. Por debajo del éxito continental subyacen tiranteces entre Joan Plaza y el club que animarían a la ruptura de un matrimonio que no ha podido ser más feliz para la entidad sevillana. Nadie es imprescindible pero la dificultad de hallar un perfil de entrenador como el barcelonés, que ha encajado como anillo al dedo en Sevilla, es máxima.

Más allá de los buenos resultados, que otros pueden lograr también, en poco menos de dos años ha logrado construir un equipo competitivo con una impronta reconocible. Incluso en días como ayer, sin la motivación de pelear por el play off, el Cajasol fue un equipo enchufado, comprometido con el espectáculo y con los aficionados, comprometido consigo mismo y sus valores. Fue llamativo y alentador. Pasó por encima de un rival, el Asefa Estudiantes, que era a quien realmente le iba en el envite, pero pareció justo lo contrario. Los chicos de Plaza demostraron orgullo, demostraron que les duele la racha feísima de seis derrotas seguidas que les ha apartado del lugar que por nivel les corresponde, la pelea por el título de la ACB. Puso más intensidad que el adormecido equipo de Luis Casimiro, cuajado de jugadores del Caja de otras épocas que inevitablemente rescataron de la memoria los sinsabores de años tristes donde el Caja no tenía identidad alguna y deambulaba por la ACB sin frío ni calor, cambiando decenas de jugadores, sustituyendo a muchos entrenadores. Hasta que el club acertó con Plaza y Plaza acertó con el Cajasol. La historia está para aprender de los errores y en este club se han perdido muchas batallas en la pista por las batallas que se libraron en los despachos.

El Caja salió dispuesto a darse un homenaje, a resarcirse de la derrota en la final ante el Unics Kazan y de la serie de seis en la liga. La facilidad para encontrar aro que no tuvieron el domingo en Treviso apareció ayer en San Pablo con tal caudal que los ocho aciertos de 14 intentos al descanso (57%) empequeñecieron a un Asefa Estudiantes pazguato, donde ni siquiera el siempre corajudo Caner-Medley demostraba su condición de líder del ranking ACB. Diez de los once jugadores que habían jugado al descanso habían sumado puntos para el Caja (50-33), que dominaba el rebote, forzaba pérdidas, convertía el partido en un vía crucis para un Estudiantes que tal vez esperaba un contrincante relajado y contemplativo cual turista en la Semana Santa sevillana. La diferencia se disparó definitivamente para asentarse en torno a los 25 puntos y cuando Joan Plaza vio que el partido ya no corría peligro tras los tres primeros episodios (73-50) empezó a pensar más allá. No es solo que Sastre jugase casi los mismos minutos que Kirksay, es que como el club le ha traído al canterano Aguilar para paliar la baja de Caloway, pues a jugar; y dio cinco preciados minutos al júnior georgiano Beka Burjanadze, un alero alto con físico suficiente para jugar en la ACB pero por cuajar para el baloncesto profesional. Ya había jugado unos segundos esta temporada en liga, donde Plaza ha hecho debutar también a otros canteranos como Pámpano, Izquierdo o el pívot checo Ondrej Balvin (un 2.15). Por no hablar de su gestión con Tomas Satoransky. Ningún entrenador del Caja se había atrevido a tanto. Con todos esos minutos en pista, el Caja perdió el último cuarto (15-24) pero ganó futuro, ganó patrimonio. Este club ha vivivo 25 años sin Joan Plaza en la élite, pero sólo con otros tres entrenadores supo qué quería ser y cómo conseguirlo, incluso en días como ayer donde sin nada en juego se comporta con honor y orgullo. Y eso no se compra fácilmente en el mercado.

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