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Bailando bajo la lluvia

Una feria, cualquier feria, no es la realidad sino su escaparate. Un exceso colectivo en el que caben todas las emociones del mundo cotidiano, desde la inocencia de la alegría a la pompa vana del quiero y no puedo. La de Sevilla vendrá cargada de lluvia, pero no hay problema.

el 15 sep 2009 / 02:51 h.

Una feria, cualquier feria, no es la realidad sino su escaparate. Un exceso colectivo en el que caben todas las emociones del mundo cotidiano, desde la inocencia de la alegría a la pompa vana del quiero y no puedo. La de Sevilla vendrá cargada de lluvia, pero no hay problema: caigan rayos y truenos, en ella reinarán la apariencia soberbia de los todopoderosos y los besos primeros de la adolescencia; bajo el chaparrón de agua y de sevillanas, transcurrirá de nuevo la consagración de la primavera y la resurrección de la alegría, junto a esa rara estadística de los 810 euros por término medio que cada hijo de vecino gastará supuestamente durante estos días y el trabajo temporero que convierte la fiesta ajena en sustento propio. Ojalá que no la agüen ni la borrasca ni las pamplinas.

J.J. Téllez

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