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Bienvenidos a un Sevilla bipolar

El conjunto de Nervión mostró dos caras: una brillante y otra gris. Rodri regresó al Sánchez Pizjuán, marcó, peleó e imitó a Valderrama.

el 06 oct 2013 / 22:47 h.

De un juego capaz de desarbolar a cualquier rival al tedio.Sea por el cansancio –que repitió hasta la saciedad Unai Emery–, por el calor de la tarde o, por qué no decirlo, la mejoría defensiva del Almería tras el descanso, la afición de Nervión vio a un Sevilla bipolar. La cara A fue en la primera mitad, la que anhela el técnico de Hondarribia desde esas loas de pretemporada. Toque, movilidad, fluidez entre líneas y, sobre todo, un torrente de ocasiones de las botas de Gameiro, Rabello y hasta Iborra, aunque el último tenía encomendada la labor de cerrojo. Y, pese a todo, hubo dos lunares: el gol almeriense y una ocasión de Aleix que no entró pese a que Fazio y Beto se esmeraron en estorbarse en la misma línea de portería. Ese juego sólo obtuvo la recompensa del gol en un fallo garrafal en un saque de banda del Almería, que no es su primer regalo en el Sánchez Pizjuán –en 2010, cayó por un error de Acaseite que aún se recuerda en la grada de Nervión–. Sevilla FC - UD Almería. / EFE Sevilla FC - UD Almería. / EFE Tras el descanso, llegó la temida cara B, esa que despertó los pitos en el Sánchez Pizjuán tras el cambio de Cristóforo por Iborra. Fue un Sevilla gris, muy fallón en el pase y que, tal vez, pudo acusar el esfuerzo de un carrusel de 5 partidos en dos semanas. Hubo jugadores a los que se les agotó la gasolina –algunos trotaban sobre el césped para dosificarse–. Una imagen desdibujada que edulcoró la internada de Marko Marin, más participativo, que sirvió un balón a Rakitic que alojó sobre las mallas de Esteban en el último segundo de descuento. Un triunfo in extremis como el de hace dos años y que valió la clasificación para la Champions. La diferencia es que el autor del tanto aquella noche, Rodri, vestía los colores del rival. Esa chilena que coló en la escuadra en los Juegos del Mediterráneo volvió a ejecutarla ayer en la segunda mitad con menos suerte, ya que se alojó en las manos de Beto. Pero Rodri aprovechó su reencuentro con la que ha sido su casa: el canterano se peleó con toda la zaga sevillista, incluido Alberto Moreno (con el que hasta tuvo un affeire al estilo Valderrama-Michel), y encontró el premio con un gol que no celebró y por el que pidió disculpas. Ya lleva cinco, sólo superado en el Pichichi por Diego Costa, Messi y Cristiano. Mucho gol en el exilio para un talento criado en la carretera de Utrera.

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