Cultura

Caracol y Mairena, las dos estéticas del cante jondo

Está siendo el año de Mairena y Caracol, dos cantaores fundamentales para entender el cante jondo. Hoy tendrían cien años si vivieran todavía.

el 16 sep 2009 / 05:48 h.

Está siendo el año de Mairena y Caracol, dos cantaores fundamentales para entender el cante jondo. Hoy tendrían cien años si vivieran todavía.

La historia del cante jondo nos demuestra que siempre ha habido dos cantaores mandando, uno gitano y el otro no, lo que sirvió en su origen para que se crearan dos corrientes muy bien definidas, la gitana y la andaluza o paya. Silverio y El Nitri aprendieron de los mismos maestros, El Planeta y El Fillo, gitanos de Málaga y Cádiz que desarrollaron su carrera artística en Sevilla, concretamente en Triana y pueblos limítrofes a la capital andaluza.

Sin embargo, estos dos cantaores defendieron conceptos distintos del cante. Definidas las dos líneas marcadas por ellos, los que iban saliendo se iban posicionando en una y otra escuela: Chacón en la de Silverio, y Manuel Torre en la de El Nitri. Estos dos colosos del cante marcaron definitivamente las escuelas con la llegada de la discografía y aún hoy están claras, con casos como los de Caracol y Marchena, Tomás Pavón y Manuel Vallejo, Juan Valderrama y Antonio Mairena, la Niña de la Puebla y la Niña de los Peines o Morente y Camarón.

Estos casos pueden darse también entre dos cantaores gitanos. Por ejemplo, entre Caracol y Mairena. Nacidos en un mismo año (1909) y en una misma ciudad (Sevilla), son totalmente diferentes. Cuando Antonio basaba su revolución en el legado recibido por El Planeta, Curro Durse y Enrique Ortega, estaba refiriéndose a los antepasados de Manolo Caracol. Ambos hablaban con frecuencia de que se habían formado musicalmente en casas gitanas como las de los Ortega de Cádiz y los Pavón de Sevilla. Sin embargo, algo ocurrió para que estos dos grandes artistas acabaran defendiendo distintos postulados dentro del flamenco. Hasta el punto de que hoy se habla de Caracol y de Mairena como si uno cantara flamenco y el otro jotas aragonesas; como si uno fuera el puro, Mairena, y el otro el impuro; como si uno hubiese dedicado su vida a dignificar el cante gitano, Mairena, y el otro a degradarlo. En el fondo eran dos cantaores gitanos que heredaron las mismas formas musicales, que aprendieron de los mismos maestros, que adoraron a los mismos ídolos. Por tanto, cuando se habla de Caracol y Mairena como de dos escuelas contrapuestas, estamos errando claramente, aunque haya diáfanas diferencias entre ambas. Caracol fue un genio, un músico con un don, un cantaor que nació para revolucionar el cante jondo. Cuando los cantaores son preguntados por el artista de la Alameda, coinciden todos en definirlo como un genio. En cambio, Mairena no fue un niño prodigio, sino un cantaor que, sin tener el don, amaba el cante y lo aprendió. Esa es la diferencia entre Caracol y Mairena. Por eso Caracol se hizo figura siendo muy joven, en los años 20, y Antonio Mairena tuvo que esperar a los años 60. Los dos son importantes y cada uno de ellos creó su propia estética. Caracol se hizo profesional muy pronto porque continuó la tradición familiar. En la casa de los Ortega fueron todos artistas. En la casa de Mairena no había tradición artística; él fue quien la inició. Sus antepasados eran gitanos herreros y trabajadores del campo en su mayoría.

El antagonismo entre Mairena y Caracol no tiene nada que ver con el cante: es un asunto absolutamente ajeno al arte que separó a dos de los cantaores más grandes de la historia del cante.

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