Cultura

Carmelo Gómez: "¿Hacemos cultura, o sólo mercado?"

El actor representa hasta el domingo en el Lope de Vega la obra ‘Días de vino y rosas’

el 08 oct 2009 / 19:47 h.

El actor Carmelo Gómez.

-La última vez que visitó Sevilla dijo que su carrera iba a decantarse más por el teatro que por el cine. Se ve que iba en serio.

-Ya lo dije. Los destinos a veces vienen marcados por las circunstancias, pocas veces tomamos nosotros las decisiones. Yo entré en el teatro, fui conocido gracias a él, era mi medio, ahí sigo y es donde me siento en el origen.

-¿Y esta obra demuestra que el teatro no es un simple entretenimiento, que se puede influir en los espectadores?

-Es evidente. Cualquier hecho artístico convierte esa cosa horrible que a veces son los telediarios o la vida misma en algo hermoso que merece la pena ser vivido. Toda obra de teatro o película que no se esfuerce en ese empeño está haciendo un flaco favor al espectador.

-La expresión teatro comprometido, ¿no debería ser una redundancia?

-Eso venía por la razón social y la razón política, por la denuncia. Pero evidentemente, el actor que no está comprometido con la vida, con el ser humano, con la justicia, con la verdad, con la belleza, pues que lo deje, porque se va a aburrir profundamente. No va a encontrar razones para repetir todos los días las mismas frases.

-¿Qué tienen los actores españoles para ser tan beligerantes? Les llaman los devoradores de ministros...

-¿Quién ha dicho eso? Es interesante...

-Bueno, se dice que han nombrado ministra de Cultura a una mujer de cine porque los dos últimos no supieron aprobar una buena ley para el sector...

-Pues va de culo, porque aquí no hay nadie contento. Y da igual la ministra que pongan, las cosas están muy mal. La solución pasa por decisiones valientes, y no parece que haya nadie capacitado para tomarlas. Me temo que todos los ministros son gregarios, están al servicio del ministro de Economía...

-¿La solución sería sólo una cuestión de dinero, una cifra?

-Creo que hace falta una política que, del mismo modo en que cualquiera no puede poner un banco y convertirse en un ladrón, impida que cualquiera  pueda poner una productora y convertir el presupuesto en un apaño que va y viene, inflado o encogido según le conviene. Una política con control, pero sobre todo, concienciar al mundo de que es necesaria la cultura. Sin ella vamos al desastre. El hombre que no está en contacto con sus emociones, con su yo, a través de un cuadro, una novela, una obra de teatro o una película, está abocado al fracaso. Eso es lo que hay que definir ahora: ¿Hacemos cultura o sólo mercado? Cuando esté claro, tomaremos un camino.

-Su último filme es Agallas, con Hugo Silva. ¿Le toca hacer de hermano mayor de los que empiezan?

-El paso del tiempo lo llevamos como podemos. Ahora me estoy adaptando a eso, a ser padre de chavales que son ahora estrellas. Lo que sé es que en este oficio es muy grande llegar, pero mucho más mantenerse. En esa lucha ando, cómo hallar tu lugar, qué hacer, o tal vez no haya que hacer nada... Pero claro que estamos tocados por movimientos fluctuantes que nos crean desasosiego. 

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