Cultura

Carmen Calvo: "El Ministerio de Cultura necesita un gestor como la copa de un pino"

La ex consejera y ex ministra de Cultura, ahora dedicada a su labor de presidenta de la Comisión de Igualdad en el Congreso, repasa el estado de los grandes proyectos que inició para Sevilla y lamenta la actual «política mediática»: «A mí me gustan los políticos que se quedan horas en el despacho», declara.

el 12 dic 2009 / 19:00 h.

Carmen Calvo se muestra satisfecha con su carrera política realizada en, por y para Andalucía.

-¿Cómo ve la política desde la presidencia de la Comisión de Igualdad en el Congreso?

-Para mi andadura política es muy interesante ser diputada y presidenta de comisión. He pasado casi 12 años en el poder ejecutivo, y ahora poder completar mi visión política es una gran suerte. Además, una se hace más andaluza en Madrid y se da cuenta del peso que tiene Andalucía.

-Su nombre no deja de sonar como candidata a la Alcaldía de Córdoba.

-Yo, que soy bastante libre, creo que en las cuestiones de partido debemos ser organizados. Es un tema que el partido resolverá cuando toque, y cuando toque. Sólo digo que estoy muy a gusto siendo diputada.

-Su nombre también suena cada vez que se habla de algún proyecto iniciado en su etapa de consejera o ministra. Por ejemplo, el traslado del Archivo Histórico Provincial y del General de Andalucía a la Fábrica de Artillería. Imagino que sabrá que la Junta y el Ministerio se han retirado.

-Lo sé porque sigo la prensa andaluza. Yo he tenido la suerte de estar 12 años dedicada a la cultura, lo que me ha permitido tener un proyecto coherente. En ocho años en la consejería hicimos muchísimo. Luego, casualidades de la vida, tuve la suerte de llegar al Ministerio de Cultura y reimpulsar todo lo que, como consejera, sabía que había que hacer en Andalucía. Y durante tres años y medio pude hacer cosas y tomar decisiones para Andalucía. La ampliación del Bellas Artes la firmé yo como ministra. Pero cuando uno no está, no está. Y cuando no se está hay quien no tiene la misma visión de las cosas. Yo creo que fui una ministra que hizo mucha justicia para la cultura andaluza, en inversiones y en decisión. Detrás de mí han venido otras dos personas a las que no voy a juzgar. Y quien quiera, porque en política obras son amores, que se mire los Presupuestos Generales de los tres años que fui ministra. Y que mire el antes y el después.

-Pero algo le entrará por el cuerpo cuando ve que los proyectos que impulsó se caen. Usted ha dicho muchas veces que las personas pasan, pero que los proyectos políticos deben quedar. Sin embargo, aquí cambia una consejera o un ministro del mismo partido, y hay cada bandazo...

-Yo a eso no tengo respuesta, porque yo no di bandazos de la política que recibí del anterior consejero al que sustituí. Terminé lo que dejó empezado e hice mi plan. Mire, yo sentía particular dedicación a los archivos. Los museos son muy vistosos, y vivimos en un boom en que todo el mundo quiere hacer museos, teatros, auditorios. Pero los archivos son las hermanitas pobres en estos 30 años de democracia. Y yo le puse luz a los archivos, porque creía que eran un lugar donde está el rastro de la verdadera historia. Luego hay otros que vinieron detrás de mí que piensan otra cosa. En política hay quienes creen que lo importante son las fotos de hoy para mañana. En un museo y en un festival de cine hay una foto rápida. Pero a mí me gustan los políticos que se quedan muchas horas en el despacho viendo papeles, informes y decisiones. Menos fotos, pero más gestión. Eso te permite, tres años después de haberte ido, ver cómo se inauguran proyectos que se empezaron contigo. Ahora se lleva la política mediática. "Los políticos tienen que estar en la calle", dicen algunos. Pues no. Tienen que estar en los despachos y ver qué se hace con el dinero. Hay quien elige lo que es vistoso y rápido y hay quien tiene un proyecto. Yo tenía un proyecto. Criterio se llama eso. En política cultural parece que el criterio no es lo más importante, sino la foto y el glamour.

-¿Qué le sugeriría al Ayuntamiento que hiciera con el edificio?

-El problema es que con la crisis no hay dinero. Yo me encontré con un problema de esas características, que fueron Atarazanas.

-Por cierto, ¿qué le parece la solución del CaixaFórum?

-Me parece bien, porque eso es dinero que viene a Sevilla y Andalucía. Ojalá sea como el de Madrid. Pero previamente, en el lado menos vistoso, tuvo que haber otro equipo, que era el mío, que decidió que Atarazanas no fueran oficinas. Hicimos exposiciones, las restauramos, las jaleamos... Gracias a esa parte menos vistosa, el CaixaFórum puede estar ahí. A nosotros no nos molestaba nunca hacer el trabajo feo.

-La he interrumpido. ¿Qué proponía para Artillería?

-A una ciudad como ésta, que tiene eventos muy relevantes, no le sobran espacios para la cultura. Sevilla tiene el Maestranza -que amplié yo como ministra, aunque no vine a ver las obras acabadas-, el Lope de Vega, el CAAC y, si las Atarazanas van a ser de La Caixa, a lo mejor merecería la pena tener ahí otro equipamiento. Sevilla tiene bienales, festivales... Hay veces que grandes edificios antiguos se limpian y tienen grandes pabellones donde se pueden hacer muchas cosas con relativo poco dinero. Para eso hay que ser domésticamente inteligentes, que eso a las mujeres se les da que te cagas. Con dos duros, parece que tenemos cuatro. No hay que aspirar a grandes arquitectos de firma. Y la fábrica a lo mejor no necesita más que una conservación básica, limpieza y grandes pabellones para hacer actividades.

-Como eran las Atarazanas.

-Sí, una gran factoría de actividades culturales muy polivalente. La Diputación o las universidades tienen un espacio muy ajustado para sus eventos. No sólo hay que pensar en proyectos archicaros. Sólo hay que irse a Nueva York o Londres para ver cómo empezaron algunas de sus instituciones, que eran barracones muy bonitos. Y Artillería es preciosa.

-También comienzan a verse ahora los primeros pasos para la ampliación del Bellas Artes y la restauración del Arqueológico. Esto se empezó a mover en 2004. ¿No es demasiado tiempo?

-Tengo que decir una cosa en defensa de los políticos que hacemos cultura. Los proyectos son más lentos que en otros sectores. Dicho esto, lo que ya muchas veces no se entiende es que las administraciones no antepongan los intereses ciudadanos para ir más rápido. A mí me costó mucho trabajo con las comunidades, incluida la andaluza, negociar los edificios. Les decía: "Tengo dinero para invertir. Dennos el edificio". Y las respuestas eran: "Es que no sabemos si es nuestro, si de la Diputación...".

-De hecho, la Junta intentó permutar Monsalves por el Teatro Romano de Málaga.

-Por ejemplo. Yo creo que hice una política justa. Y tenía inversiones para Andalucía.

-¿Por qué fue destituida?

-No lo sé. Todavía no lo sé. Lo sabrá Zapatero. Yo me siento muy reconfortada del trabajo que hice.

-¿Le guarda rencor?

-No. Paso página a las cosas. Cada uno es dueño de sus actos y, en la política, la historia pone a cada uno en su sitio.

-¿Qué necesita un Ministerio de Cultura, un autor o un gestor?

-Un gestor como la copa de un pino, para que defienda los intereses de los ciudadanos.

-A usted la han sucedido dos autores. César Antonio Molina, que decía hace unos días que salió a hombros del Ministerio...

-¿Él dijo eso de sí mismo?

-Sí. Y González-Sinde, que no vive su mejor momento por las subvenciones del cine y la lucha contra la piratería. ¿Cómo los ve?

-No hablo de ninguno de los dos. Yo vine a la política para dar. Yo no como de esto. Yo sí soy profesora de universidad, y por oposición.

-¿Qué le parece que la UE haya paralizado las subvenciones al cine y la reacción de la ministra?

-Yo dejé la Ley del Cine depositada en la Cámara. Luego ya no sufrió prácticamente modificaciones, salvo en la memoria económica, a la que se añadieron 12 millones de euros para hacer cine en catalán. Se aprobó por unanimidad. Ahora ha llegado al ministerio un equipo que se supone que entiende más de cine que mi equipo y yo, y la están desarrollando por otras vías. Yo no tengo nada que decir, sólo que nosotros estuvimos casi dos años meditando esta ley y negociándola.

-¿Es usted partidaria de cerrar páginas web que pirateen películas y música?

-Los sitios donde circula la libertad de expresión de los ciudadanos sólo los puede cerrar un juez. La piratería se resolverá cuando la tecnología impida la piratería. Hay que proteger los derechos de creadores, pero también las nuevas cosas que surgen.

-El dramaturgo Pedro Álvarez Ossorio dijo recientemente que usted dejó la cultura andaluza hecha un desorden. Y cuando llegó Rosa Torres lo primero que hizo fue encargar un plan estratégico para marcar los objetivos...

-¿Con Álvarez Ossorio en las comisiones para hacer ese plan?

-No lo recuerdo. Pero quería saber si cree que era necesaria la reorganización de los objetivos de la consejería.

-Yo hice un Plan de Bienes Culturales debatido y aprobado por unanimidad en el Parlamento. Mi proyecto político también fue pensado y planificado por todas esas comisiones. Con Álvarez Ossorio no, con otros. Imagino que los expertos que no entraron en esas comisiones lo verían todo muy desordenado. Esto es así siempre. El experto que no es llamado por el político piensa que ése lo ha hecho mal, y si te llama el siguiente, piensa que lo ha hecho bien. Sufrimos un papanatismo grandísimo con ésos que, entre comillas, parece que son independientes.

Verá, como los políticos no somos independientes, pues vienen los expertos, que son siempre muy buenos, sus opiniones son límbicas y, además, no cobran dinero, lo hacen todo gratis, porque les interesa su tierra [dice con ironía]. Y los políticos somos malísimos, partidarios, torpísimos y nos equivocamos mucho. Sólo que claro, nosotros pasamos por las urnas, estamos sometidos a mil controles y habitualmente ganamos mucho menos que los expertos. El sueldo de un experto por un trabajo puede ser el de todo un año de un político. Pero este país es así, prefiere creerse mucho a estos expertos desinteresadísimos... Yo el plan estratégico de la actual consejería no sé si se ha pasado por el Parlamento. El mío sí pasó, por lo que entre todos los andaluces desordenaríamos la cultura...

-¿Volvería a ser ministra?

-Cuando pase esta etapa de Zapatero, nunca se sabe lo que podemos hacer los políticos.

-¿De verdad dijo que le gustaba madrugar para hablar por teléfono en bragas con los alcaldes y que el dinero público no es de nadie?

-[Risas] Yo dije que con los móviles se pierde la intimidad y que, a lo mejor, hay un alcalde que te llama a las 7 de la mañana y te coge en camisón. Y que el dinero público no es de nadie, y por eso el político debe evitar que alguien quiera apropiarse de él. Lo dije en defensa del dinero público. Pero estas cosas, si las dice una mujer...

-Se ha convertido usted en un personaje...

-Es el precio que pagamos las mujeres que nos dedicamos a la política. Y en cultura, más. Si estaba por la noche en algún acto, había programas del corazón que no iban a buscar a las 12 de la mañana a la ministra de Fomento hablando del AVE. Si sonríes, porque sonríes; si no, es que eres antipática. Hablan de tu pelo, tu ropa. A mí me han puesto un cáncer, me casaron y dijeron que me gastaba el dinero en Manolos Blahnik. Mire, yo sólo tengo mi sueldo, y si tengo 3.000 euros, no van a zapatos. Eso sí, un periodista sevillano me regaló unos para que nunca más dijera que no tenía unos Manolos. A un hombre no le pasa eso. Si Pepe Bono se pone pelo, dicen: "No, pues ha hecho bien...".

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