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Casinosaurio

Del Mesozoico al Casino de la Exposición. Los dinosaurios han tomado este emblemático edificio del 29 en hueso y alma para atrapar a los niños que alucinan buscando fósiles en la arena.

el 05 feb 2011 / 19:25 h.

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"Esto lo hago yo con plastilina", le dijo a sus compañeros uno de los alumnos del IES Olivar de La Motilla (Dos Hermanas) mientras contemplaba un fósil de un dinosaurio marino en la exposición Dinopétrea. Y se quedó tan pancho. Y eso que el guía, José, ya había explicado que son fósiles auténticos y están protegidos en vitrinas. Sin embargo, Alejandro excavaba como el que más en los cajones de arena con que termina la muestra buscando su fósil de recuerdo.


"Dejad el amor, que todavía no estamos en primavera", les espeta la profesora a una joven pareja, de unos 12 años, para que entren en el Casino de la Exposición. "¿Ninguno conocíais este edificio?", les preguntó cuando, ya contemplando los esqueletos reconstruidos de los dinosaurios, sus alumnos alucinaban con la cúpula, los ventanales o la gran lámpara del techo: "Pues se construyó para la Exposición Iberoamericana del 29".
Dejado el amor para otro momento, los alumnos de Primero de Secundaria entraron en el precioso edificio del 29 y, más o menos, ordenadamente tomaron asiento en las sillas o en el suelo en una sala toda negra para ver la proyección Los meteoritos, dioses del espacio.

"Vienen grupos de colegios de todas las edades, pero nos ha llamado la atención que en Sevilla vienen muchos de 4 a 6 años. Los maestros nos han comentado que justo en este trimestre están estudiando los dinosaurios y les interesa mucho", apunta Javier Val, presidente de la Fundación Facops y director técnico de la muestra.

Después de conocer que un meteorito del tamaño del Everest, con 9 kilómetros de diámetro, que impactó en el Golfo de México abrió un inmenso cráter de 200 kilómetros y el fuego y el viento caliente que provocó acabó por arrasar los dinosaurios de la faz de la Tierra, los adolescentes se atropellaban por tocar uno real que José mostró en la siguiente sala. "Está frío". Y es pequeño, unos 10 centímetros de diámetro, pero, según el guía, pesa entre 38 y 40 kilos. Nadie se atrevió a cogerlo -tampoco se puede-, pero todos contribuyeron a "quitarle el polvo".

"Hay más meteoritos en Europa o Estados Unidos que en el hemisferio sur", comentaron algunos niños al contemplar el mapa que José explicaba. "En todos sitios caen por igual, pero no siempre dejan el mismo rastro [cráter]. Algunos caen en el agua, en el desierto o en las zonas heladas de Brasil y no dejan la misma huella", aclaró el guía. "Y siempre decimos que los dinosaurios se extinguieron, pero no es verdad. ¿Qué dinosaurios existen todavía?" Silencio, murmullos, arriesgadas apuestas... hasta que una niña dijo: "Los pájaros". "Cuando comemos huevos fritos o pollo estamos comiendo huevos y carne de dinosaurio".

Rápidamente la mayoría sacó sus cuadernos y se puso a tomar notas. "¿Podemos hacer fotos?" Las profesoras les habían encargado una redacción sobre la exposición y no se quieren perder detalle. Sobre todo Alba, que quiere ser periodista de mayor y se propone hacer un reportaje. Su amiga Carlota prefiere tomar fotos: "Yo no soy tanto de escribir". Y es que tienen delante el fósil de una pierna del tamaño de un hombre del apatosaurus excelsus, "el de Parque Jurásico", o restos de los primeros psittacosaurus o triteratops, "sí, los bichos que tienen tres cuernos", apunta uno de los alumnos después de que la profesora le dijera: "Se nota que no tenéis hermanos pequeños, que si no los conoceríais a todos por los dibujos de Harry y el cubo de dinosaurios".

"¡Mira, un huevo! ¡Un huevo! ¡Y se ven dentro los animales!" En el panel explicativo dice que es un nido de dinosaurios. "Si a esto no le llaman cuello largo...", comentaba una joven contemplando el mamenchisaurus hochuanensis. "Me tengo que echar para atrás porque desde aquí no cabe entero en la foto". Todos alucinaban en el centro del Casino paseando entre los esqueletos de los dinosaurios. Hasta la profesora organizó una foto con un pequeño grupo ante el que fue el Monstruo del Lago Ness, Nessi para los amigos que han recorrido Escocia.

"Esto parece un perro", comentaban en referencia al deinonychus. "No, éste es el que se movía así..." explicaba mientras saltaba. "Pues éste es el pájaro carpintero". "Sí, sí, ves que vuela", señalando al pterosauro con las alas extendidas...

Y volando llegaron a la última parte, La excavación o Fosil-dig. Ante los cajones de arena se arrodillaron y se pusieron a excavar con sus manos buscando los fósiles prometidos. "¿Esto es un fósil?", preguntaron a Mohamed Tarquni, Simo. "No, eso es una piedra. Sigue buscando". Pero sólo un fósil por niño, advierten los carteles y rogaba la profesora, "que después revisamos las mochilas". "Y los bolsillos, seño", se chiva uno de los alumnos.
Mientras, Juan, Alejandro y Marcos comprobaban en el panel la identidad de sus conquistas: un scapanorhynchus, un cretoxyrhina y un paranomotodom, respectivamente. Mucho nombre, pero todos son dientes de los distintos tiburones que en el Eoceno (hace 45 millones de años) vivieron en lo que hoy es el desierto del Sáhara, concretamente en las minas de fosfatos. "Son auténticos", aseguró Simo a todo el que le preguntó.

"Cada vez que termina una visita, reponemos los fósiles en el cajón porque esto les encanta y para asegurarnos que en una sola visita no acaban con todos", añadió José. Pero en la tienda se pueden adquirir fósiles sin tener que llenarse las manos de arena por 2 euros, y también una placa de un dinosaurio original por más de 800 euros.

 

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