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Chaves, Arenas y el bajancia

En tiempos de crisis, malas son las chanzas. Mientras el monstruo voraz del paro muerte el mármol de Macael o el papel de Torras en Algeciras, cuando el Defensor del Pueblo pone el punto sobre la i de los bancos que no conceden créditos...

el 15 sep 2009 / 18:25 h.

En tiempos de crisis, malas son las chanzas. Mientras el monstruo voraz del paro muerte el mármol de Macael o el papel de Torras en Algeciras, cuando el Defensor del Pueblo pone el punto sobre la i de los bancos que no conceden créditos para que los menos favorecidos puedan acceder a las VPO, no parece propio el rifirrafe de guacamayos y lechuguinos que el pasado jueves protagonizaron Manuel Chaves y Javier Arenas.

Vale que el presidente electo de todos los andaluces como a buena parte de los ciudadanos le extrañase las críticas formuladas por el conservador Juan Ignacio Zoido en torno a las obras del palacio de San Telmo. Que llegaron a tal extremo que pareciera que quisiese que se suspendieran y quedasen colgadas en el tiempo como buena parte de las grúas en los últimos meses de Andalucía. Pero, visto lo visto, seguro que lo que más enconó a Chaves fue que Arenas le reprochase que careciera de "agallas ni gallardía para dar la cara" al defender los presupuestos de la Junta en el Parlamento, delegando dicha misión en el vicepresidente José Antonio Griñán. Y es que todavía le escocía una entrevista ofrecida por Arenas a El País, en la que aseguraba que Chaves tenía cierto complejo con él y concluía: "He sido su bestia negra".

"Un presidente que no da la cara difícilmente puede obtener la confianza que yo he obtenido estos años -le espetó-. Frente a usted, siempre he dado la cara y le he ganado. Si usted se considera mi bestia negra, ése no es mi problema. Resuélvalo usted y si quiere vaya al psicólogo".

Menos mal que Chaves no llamó a Arenas perturbado, porque podía haberle caído en suerte por usar dicho palabro la misma condena por injurias que ha sufrido nuestro Luis García Montero a manos de un tribunal granadino. Visto lo visto y dado de que en este naufragio colectivo quizá hiciera falta que gobierno y oposición tocasen la misma melodía como los músicos del Titánic, a la soberanía popular no tiene por qué gustarle que sus máximos representantes andaluces rindan homenaje a Pimpinela. Así, tal vez no fuera muy adecuado que Chaves evocase a Javier Arenas "como si estuviera en su Olvera natal, se sube al caballo, otea el horizonte, coge la escopeta y se pone a disparar a todo lo que se mueve". De hecho, sus parientes de la sierra gaditana no se dedican a la caza sino a las farmacias. Pero tampoco la expresión "bestia negra" sería la más adecuada. A ambos, les recomiendo que reconsideren la utilización de "bajancia", un arcaísmo gaditano que según define Pedro Payán en "El habla de Cádiz", podría definirse como "el que resulta humillado o perdedor con relación a otro", pero también aquel "con quien se está enfadado". El escritor Rafael Marín ofrece una acepción más pedestre: "Enemigo, señor o señora con quien no te hablas y le vuelves la cara por la calle". No se trata de que ambos canten a dúo "amigos para siempre", pero al menos podrían firmar una tregua y poner manos a la obra para evitar que el tsunami de la recesión nos ahogue a todos. No seamos bestias.

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