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China sube la presión sobre el Tíbet y exige el fin de las protestas

Tíbet sigue envuelto en el caos tras los disturbios de los monjes budistas iniciados con motivo del 49 aniversario de la rebelión independentista de 1959. Hasta el momento, diez personas murieron en los disturbios, aunque los grupos tibetanos en el exilio elevan la cifra, que puede llegar al centenar.

el 15 sep 2009 / 01:46 h.

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Tíbet sigue envuelto en el caos tras los disturbios de los monjes budistas iniciados con motivo del 49 aniversario de la rebelión independentista de 1959. Hasta el momento, diez personas murieron en los disturbios, los peores de los últimos 20 años, aunque los grupos tibetanos en el exilio elevan la cifra, que puede llegar al centenar.

Pekín, que no facilitó la cifra de detenidos en las revueltas, dio 48 horas de plazo para que los manifestantes de la capital tibetana, Lhasa, se rindieran. En esta ciudad es donde se están registrando los peores episodios de violencia desde 1989, cuando el Gobierno chino decretó la ley marcial tras tres días de reivindicaciones por la independencia de Tibet.

Las autoridades chinas afirmaron que todos los fallecidos eran "civiles inocentes chinos", que fueron "quemados hasta morir" por los manifestantes independentistas, y mantuvieron, por otra parte, que la Policía "no disparó ningún arma" en la revueltas en la capital tibetana.

Las manifestaciones comenzaron el pasado lunes en el monasterio de Deprung, cuando 500 monjes conmemoraron de modo pacífico el 49 aniversario de la rebelión de 1959 contra el dominio de China, que sofocó el levantamiento que concluyó con el exilio de 100.000 tibetanos, entre ellos su líder espiritual, el Dalai Lama. Las protestas fueron adquiriendo intensidad a lo largo de la semana y se prolongaron hasta el viernes, jornada en la que alcanzaron su máxima magnitud al sumarse civiles a la revuelta y protagonizar enfrentamientos con la Policía.

El Gobierno chino señaló que se registraron saqueos por parte de manifestantes, que provocaron 40 fuegos de importancia donde ardieron coches, centros comerciales y hasta una mezquita. Asimismo, calificó la revuelta de "sabotaje separatista" y acusaron al Dalai Lama y a "su camarilla" de ser los instigadores. "Trataremos con severidad a los que se involucren en actividades que busquen la división de la nación", subrayó el presidente del Gobierno tibetano, Qianba Puncog.

Ciudad sitiada. Lhasa era ayer una ciudad bajo el toque de queda patrullada por tanques chinos y donde, en medio de una tensa calma, continuaban de forma esporádica escuchándose disparos. "Tras la rabia y violencia de las revueltas, hay un gran despliegue militar y pensamos que ahora se iniciará la búsqueda casa por casa de los manifestantes", señalaron fuentes procedentes de la capital tibetana que han logrado escapar de la censura total que impide saber lo que sucede en Tibet ni por televisión ni por internet.

Las mayores protestas de las últimas dos décadas coinciden con el 49 aniversario de la salida al exilio de su líder espiritual, el Dalai Lama, que se vio forzado a ello el 17 de marzo de 1959, tras los enfrentamientos que originaron unos 90.000 muertos sólo en Lhasa. En esa capital hay a menudo pequeñas manifestaciones de tibetanos que se sienten discriminados, pero en esta ocasión fue al parecer, la muerte de un monje en las protestas del 10 de marzo, lo que prendió la mecha.

Mientras, el Gobierno tibetano en el exilio reclamó ayer la mediación de la ONU tras los disturbios registrados en Lhasa. "El Parlamento insta encarecidamente a la ONU a enviar un representante para investigar e intervenir en las violaciones de los derechos humanos que se producen en Tíbet", dijo un portavoz de la Administración Central Tibetana, con sede en el norte de la India. Además, agradeció a la UE y EEUU el apoyo mostrado al pueblo tibetano.

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