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Cita con los 600

Los Caballeros de la Chapa Redonda vuelven a tomar las calles de Sevilla esta mañana.

el 05 nov 2011 / 20:29 h.

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Tener un seíta no es tener un coche. Es tener el coche. Un seíta es un artículo determinado. Y un adverbio de modo. Es un colega, un hermano, una cacerola, un portaabuelas, una mascota, una palabra, un sillón de masajes, un farolito moruno, una jaula de canarios... Es tener tiempo, tener una historia, ser una historia. Por eso la concentración nacional de seiscientos que se está celebrando este fin de semana en Sevilla y que hoy concluye no es un meeting de conductores, sino un ceremonial mágico, una especie de encuentro de masones cuyos símbolos no son la escuadra y el compás sino la biela y la correa del ventilador; una reunión de los Caballeros de la Chapa Redonda.

Desde mucho antes de las nueve de la mañana salpicarán hoy las calles de Sevilla estas joyas con medio siglo en su pequeño maletero, camino del Parque de María Luisa. Allí principiará media hora después la liturgia del día con una quedada colorista en la avenida de Rodríguez Caso, frente a la Plaza de España. Si se encuentra por entre la concurrencia la paisana Antonia González Cabrera, descendiente del retratista de la Plaza de América y propietaria de la foto en blanco y negro que asoma sobre estas páginas, probablemente resonará en su memoria el eco familiar y emocionante de aquel instante captado por la cámara en 1959 en la que dicho maestro fotógrafo hacía tratos con el propietario del coche, para comprárselo de segunda mano. Una imagen que se publicó allí mismo el año pasado, con motivo de la portentosa exposición de Rinat Itzhak titulada La Plaza de las Palomas, y que hoy vuelve a ser actualidad con el regreso de los seítas al que durante muchos años fue su parque, aunque sea de modo tan fugaz y excepcional.

Quien no los recuerde no se pierde nada si no va; pero quien tenga un gramo de memoria del siglo XX hará bien pasándose esta mañana por el parque, donde estarán los seiscientos a su aire, yendo y viniendo, haciendo fiesta con la charanga de Los Piratas, hasta que a la una de la tarde emprendan un recorrido urbano con la pertinente escolta de la Policía Local de Sevilla. Lo cierto es que se merecerían más un escuadrón a caballo de la Guardia Mora, que es de su tiempo, pero las connotaciones son tan feas que más vale conformarse con este otro cortejo de pompa. Esa marcha acabará en el cortijo de Doña María con un almuerzo de hermandad, baile, entrega de trofeos, vidilla de club, en fin, lo suyo, lo que le pega. Llévese un pañuelo blanco de tela para saludarlos cuando los vea pasar, lo que sea, pero emociónese. Las personas que dan importancia a los seítas no durarán siempre.

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