Desde 1996, el yacimiento del parque de Miraflores y del cortijo de Albarrana están catalogados como Bien de Interés Cultural por parte de la Junta de Andalucía. En medio de una extensa zona verde, recientemente ampliada, asoman restos mejor o peor identificables que vienen desde el Paleolítico Medio hasta el Siglo XVIII y cuya puesta en valor sigue siendo hoy una asignatura pendiente.
Pero bajo los senderos peatonales, el puente sobre la SE-30 y las huertas urbanas hay un descubrimiento que podría dar una verdadera relevancia cultural y económica a este parque: la villa romana, que según los primeros indicios se esconde tras los jardines y el asfalto. Ésta es la obsesión de un grupo de arqueólogos, agrupados en torno a la asociación La Cruz del Negro, y que forman parte de la plataforma ciudadana pro parque educativo de Miraflores. Ya han presentado un proyecto a la Consejería de Cultura y al Ayuntamiento para impulsar unas excavaciones y habilitar un centro de interpretación histórico de la zona. De momento, las delegaciones de Participación Ciudadana y de Empleo les han dado su apoyo para una iniciativa que pretende convertirse en una segunda escuela taller en el parque y que parte con una serie de visitas guiadas por el recinto en el que se pretende reconstruir -con un complejo ejercicio de imaginación, eso sí- el trazado de una villa romana. El punto de partida de este proyecto es, según subrayan José Antonio Valiente y Daniel Lara, la intervención arqueológica realizada en 2002 en el parque. En ella, se delimita el asentamiento de romano tras el hallazgo de dos estructuras de almacenaje y vivienda. Estos estudios sirvieron para confirmar la presencia de un yacimiento de la época romana.
Así lo recoge la ficha del Plan General de Ordenación Urbanística: "Las primeras noticias que se tienen se remontan al siglo I después de Cristo, constatando que allí hubo un asentamiento de la época romana que fue abandonado a finales del siglo I o principios del II. Los restos que se han encontrado parece que pertenecieron a un almacén de explotación agrícola".
"Lo que sabemos del yacimiento nos permite identificar una gran villa romana, con una necrópolis probablemente sepultada ya por la SE-30", explica José Antonio Valiente. La entidad ya ha elaborado incluso un proyecto técnico para detectar las dimensiones de la villa y diferenciar sus distintos tramos: "Necesitamos aplicar distintas técnicas como el georadar, las prospecciones geoeléctricas y electromagnéticas que nos permitirán la información necesaria".
Para esto se necesita una inversión inicial y un equipo de trabajo que se quiere conformar a través de una escuela taller de arqueología, que se encargaría de realizar las excavaciones y que la Delegación de Empleo ve con buenos ojos -aunque con la limitación de que el mandato ha concluido-. Después, se intentará crear un centro de interpretación y convertir el parque en una vía para revitalizar el barrio.
