Se acabó el paréntesis. El Sevilla vuelve esta noche a la competición, en lo que será el primero de una serie de partidos que van a calibrar pronto su fuerza. Tras el empate cosechado en Santander, en vísperas de la eliminatoria de Copa de la UEFA y del derbi sólo la idea de ganar entra en los planes.
El simple recuerdo del valor que puede llegar a tener un punto, como ya quedó de manifiesto en la reciente lucha con el Atlético por la Champions, suele traer consigo declaraciones de intenciones. Ayer, el propio presidente de la entidad, José María del Nido, recurrió a una y lo dejó muy claro: si se quiere aspirar a algo, hay que ganar los partidos, pues empatar (Racing) sirve luego de poco.
En realidad no hace falta que lo recuerde, porque jugadores y técnicos lo saben, pero es bueno. Por ejemplo, en casos como el actual, cuando numerosos futbolistas -la mayoría de los internacionales- llegan al partido con la tarjeta de embarque prácticamente en el bolsillo y la maleta casi por deshacer tras pasar muchos días con sus respectivas selecciones. Las pilas, mejor bien puestas.
Y es que la ausencia de estos futbolistas del trabajo diario ha obligado a Manolo Jiménez a tener que trabajar casi con lo puesto. Hasta la tarde de ayer no pudo disponer de su plantel al completo, exceptuando a los lesionados, todo lo contrario que Manuel Preciado, técnico del Sporting, quien lleva dos semanas preparando el partido.
El hándicap del Sevilla es evidente, y esto hace que su alineación sea una incógnita. Sobre todo en lo que se refiere a la participación de Luis Fabiano, su hombre-gol. El brasileño, que ha sido convocado, jugó los dos choques de su selección, casi no ha tenido tiempo de adaptarse al cambio horario y, por si fuera poco, se avecina una serie de encuentros que obliga a pensar mucho las cosas. En 23 días, el Sevilla disputará siete partidos, tres de ellos en cuestión de ocho días: el de esta noche, la ida de la eliminatoria contra el Salzburgo (jueves) y el derbi contra el Betis.
Pero Luis Fabiano, que podría dejar su puesto a un compañero -Chevantón, Acosta, Navas o incluso Romaric en la media punta, dado que Renato no ha sido citado- no es el único nombre propio en el Sevilla. También Diego Capel, epicentro de la actualidad en los últimos días a raíz de los comentarios sobre su estilo de juego, pese a su brillante aportación a la selección en su debut en partido oficial. El almeriense, que se quedó en el banquillo ante el Racing, será titular salvo sorpresa.
Y no porque vaya a disponer de más espacios ante el Sporting, sino porque su equipo le echa bastante de menos y quizá también porque el sevillismo quiere verle y, además, esta noche, aplaudirle como merece.
Federico Fazio, revelación del tramo final la pasada campaña, es otro de los nombres propios. Centrado ya en el Sevilla tras su éxito con la selección en Pekín, el argentino pide paso. Jiménez sólo tiene palabras de elogio hacia él y su regreso al equipo se palpa.
Tanto que podría tener lugar esta misma noche, lo que provocaría cambios en el doble pivote, sin descartar incluso que el técnico sitúe a uno de sus mediocentros en otra demarcación. Maresca y Romaric esperan noticias al respecto. Al igual que sus compañeros, sabedores de que la serie de partidos -prácticamente uno cada tres días- hará que los minutos se repartan.
Y todo ello teniendo enfrente al Sporting, un histórico del fútbol español que vuelve a Primera para tratar de reeditar los éxitos del pasado después de una década de penurias. Llega con un equipo cargado de ilusión, con futbolistas (el ex bético Maldonado, Kike Mateo, Carmelo, Míchel, Bilic...) dispuestos a hacerse sitio en la élite y un técnico que sabe lo que tiene entre manos y cómo sacarle partido.
Cayeron en su estreno liguero ante el Getafe (1-2), pero están dispuestos a todo. La próxima semana reciben al Barcelona, fiesta en Gijón, pero, como al Sevilla, al Sporting no le serviría de nada tener la cabeza puesta en lo que se avecina.
