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Cuando abandonar a una hija por el flamenco tiene final feliz

el 05 nov 2012 / 22:17 h.

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-->La vida del estadounidense David Serva es digna de un guion de cine, aunque no llega al Festival de Sevilla a través de la ficción, sino del documental. El filme Gypsy Davi (España/Israel/EEUU) aterriza en la sección Special Screenings desde la última edición de Sundance, donde esta apasionante narración, que conecta muy directamente con la idiosincrasia andaluza, sedujo a crítica y público.

El protagonista es David Serva Jones (Berkeley, 1941), un norteamericano que en su adolescencia quedó embrujado al descubrir el sonido de una guitarra flamenca, hasta el punto de dejarlo todo por ella. "Lo escuché, me gustó y empecé a tocar. En 1958 me mudé a Italia con mis padres, con 17 años. Luego me vine yo a España solo y me quedé aquí desde 1971".

Este amor por lo jondo, bendecido en aquella época por Diego del Gastor, amigo que fue del americano, siempre discurrió en paralelo a su otra pasión, las mujeres. Cinco féminas y cinco hijos. Éste es el rastro que deja tras su paso este flamenco de adopción.

Rachel Leah Jones es la directora de esta cinta y una de las hijas de este californiano. Tras una infancia en la que se crio sin su padre -quizá por eso confiesa que de niña odiaba el flamenco-, decide estudiar Cine. Y es aquí, cuando en la academia le piden un proyecto de fin de carrera, cuando se lanza a trabajar en esta historia, basada en su propia experiencia.

Diez años ha tardado en finalizar esta empresa, pasando por cinco países y tres continentes. El resultado, Gypsy Davi, es un recorrido a través de las huellas de su padre, el esquivo protagonista del filme -al que también pone música-. Su hija, a la que abandonó al poco de nacer, viajó con diez años a España para reencontrarse con un padre, si bien tuvo que esperar a tener 15 y poder tomarse unas cañas con él para empezar a comprenderlo. A través de este trabajo se reconcilia con él, pero también con lo jondo. "He tenido una relación de amor-odio desde pequeña con el flamenco. Ahora me gusta", admite.

Más allá de esta intensa historia, esta obra atesora un valioso archivo audiovisual que no pasará desapercibido para los amantes del flamenco, con apariciones de figuras de la vieja guardia como Manuel Agujetas, Inés Bacán, Concha Vagas o Miguel Funi, y otras como Counting Crows o La Shica. "No es una película sobre el flamenco, sino sobre alguien que le dedica su vida a este arte, pero contiene verdaderas joyas", añadió la autora ayer en la presentación.

¿Tuvo algo que ver la pasión por la cultura andaluza de este californiano con su intensa vida personal? Sí, a su juicio. "Para una mujer estar casada con un artista es difícil. Es una vida anárquica y bohemia. Y más aún en la España de hace 30 o 40 años, cuando una mujer no tenía fácil seguirme a los sitios donde me gustaba ir", explicó ayer David Serva.

También ayer se presentó Lebanese Rocket Society (Líbano/Francia/Qatar/Emiratos Árabes), dentro de las secciones Eurodoc y Las nuevas olas. Aunque a día de hoy parezca ciencia ficción, el Líbano pudo haber dejado a la NASA con un palmo de narices en la carrera a la luna. La Lebanese Rocket Society, fundada por un grupo de científicos soñadores, construyó y lanzó el primer cohete espacial de los países árabes a principios de los 60. Una fascinante historia que Khalil Joreige y Joana Hadjithomas (A perfect day. I want to see) devuelven a la luz.

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