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Cuando quiso y como quiso

El Real Betis se enteró por Enrique Cerezo cuándo iba a jugar en Heliópolis ante el Atlético de Madrid. Luego, fue Álvarez Izquierdo el que le comunicó al equipo de Pepe Mel cómo iba a perder el partido.

el 26 sep 2012 / 23:29 h.

El hurto -el robo necesita de violencia física, según el código penal- fue de lo más completo. Le faltó el lazito. Radamel Falcao marcó dos goles, el segundo de penalti, y ya suma siete tantos, cuatro de ellos desde los once metros. El Betis lleva más de un año sin que le piten una pena máxima. Viento a favor para los colchoneros en esta temporada, ese viento que le sopla en contra cuando se miden al Real Madrid, sobre todo, o al Barcelona. Entonces, arbitrajes como el que padeció ayer el Betis lo sufre el Atlético, el mismo. Tuvo ese tufillo.

No pierden desde abril porque, además, este Atlético es un excelente equipo, pero en el fútbol las circunstancias o el azar, a veces, tienen más peso que el propio fútbol o la calidad de los jugadores. El Betis fue inferior en la primera mitad, un tiempo realmente entretenido, con muchos futbolistas de los que gusta ver tocar la pelota en ambos bandos, con muchas llegadas, con intensidad, guión ceñido a las expectativas de dos equipos que pugnaban por el segundo puesto en la tabla. El Atlético fue mejor pero se fue perdiendo al descanso, porque dos jugadas afortunadas y la poca pericia de Asenjo bajo los palos elevaron a un Betis cuyo portero, Casto, realizó, en cambio, una de las paradas de la temporada, sacando abajo una mano espectacular a un tiro a romper de Falcao, que había puesto el empate tras el gol inicial de Agra, que propuso un centro que el meta colchonero vistió de gol.

El penalti de Perquis no es discutible, la expulsión, por supuesto. La defensa del Betis se comió una docena de esas acciones tan clásicas de tocar en el primer palo para habilitar una acción en continuidad en el segundo. Así fue el penalti, así fue el tercer gol de Diego Costa, que había sustituido a un renqueante Falcao. Ya no hubo competencia como tal pero el equipo de Mel no tiró la toalla y como los rojiblancos no hacían tampoco mucho por sentenciar, llegó la jugada que condenó definitivamente al trencilla. Una acción de las que realmente hace pensar sobre la intencionalidad de las cosas. La amarilla que mostró a Campbell, que supuso su expulsión, en la jugada en la que Filipe Luis había realizado malabares con el balón en su mano izquierda fue todo un juego de distracción, desviar el foco del punto de penalti. Álvarez Izquierdo acabó lo que empezó Enrique Cerezo.

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