Un pequeño grupo de aficionados irrumpió ayer en el acto de presentación de la nueva equipación del Sevilla FC para la Champions, lanzando octavillas y exhibiendo pancartas en contra de la inclusión en las camisetas de la bandera de España. Los críticos relacionan los colores de la insignia nacional con una "politización" de la indumentaria del Sevilla, por lo que irrumpieron en el acto lanzando proclamas. Es evidente que los aficionados tienen derecho a manifestar libremente sus opiniones, aunque no es permisible que lo hagan interrumpiendo un acto oficial del club. En cuanto al contenido de la protesta, se antoja un debate tan superado como estéril. Que el Sevilla lleve una referencia a los colores nacionales en una competición internacional es algo de sentido común, que ya se dio la temporada pasada sin que se produjeran altercados. Protestar hoy por la bandera resulta tan ridículo como extemporáneo.
