Pocos personajes hay más populares en Sevilla que Gambrinus, el símbolo de Cruzcampo. Pues a partir de hoy ya no será el gordito al que el cliente está acostumbrado. La empresa cervecera ha vuelto a renovar su imagen y con ella la de su icono, que ha perdido varios kilos de una vez, en una dieta que lleva haciendo desde hace años.
Cuenta la leyenda que Gambrinus montó una fábrica de cerveza como mecanismo para luchar contra el mal de amores y que no le fue nada mal, porque el nuevo brebaje de cebada consiguió que olvidase a su amada, además de hacer famosa la ciudad de Kortrijk, ubicada en el antiguo Flandes. No se sabe si el rechazo se produjo por su obesidad, de todos conocida, pero, si fue así, Margarita, que era como se llamaba la muchacha, ahora tendría que dar marcha atrás. Gambrinus, el símbolo de Cruzcampo, ha adelgazado por obra y gracia del marketing y la publicidad, y ha pasado de ser un gordito simpático a un cuasi metrosexual del siglo XXI.
La empresa cervecera con sede en Sevilla de la que su icono es santo y seña ha decidido dar un nuevo aire a su imagen para celebrar sus 105 años de vida y transmitir una más moderna y actual. Para ello, ha entendido que Gambrinus debía ponerse a dieta. Aunque lleva años perdiendo peso, el cambio que ya se puede ver en las etiquetas de la popular cerveza sevillana -se comercializa desde el 1 de este mes- dará que hablar.
"No es que haya adelgazado tanto, sino que se le ha tapado la barriga, pero sigue siendo robusto", destacó ayer en la presentación de la nueva imagen la Brand Manager de Cruzcampo, Carmen Ponce, que recordó que el último cambio experimentado por Gambrinus tuvo lugar hace diez años. "Al principio del proceso de cambio lo adelgazamos más, pero decidimos que debía ser más ancho", añadió.
Así, fuentes de Cruzcampo destacaron ayer que "el nuevo personaje Gambrinus conecta más con los consumidores". Su tripa, que era como un faro que señalaba los no pocos bares que existen en la capital andaluza, ya no existe. Un vientre liso y el aire juvenil se imponen en el nuevo Gambrinus, más estilizado y que muestra una sonrisa más amplia. Pero no sólo ha cambiado la imagen de su personaje de cabecera. La compañía cervecera ha decidido renovar todo el grafismo de la marca, lo que implica nuevas etiquetas, el embalaje de las cajas, la flota de camiones de distribución, el material en los puntos de venta y, por supuesto, la publicidad. Eso sí, lo que no ha cambiado, e incluso se ha intensificado, es el color rojo, que toma mayor preponderancia en todo el producto.
Para dar a conocer su nueva identidad de marca a todos los sevillanos, Cruzcampo vistió ayer a la capital hispalense de rojo. Así, iluminó dos de los puentes más emblemáticos de la ciudad, el de Triana y el de San Telmo, durante seis horas (desde las 20.00 horas hasta las 2.00 de la madrugada) para que los ciudadanos conocieran desde primer momento el cambio de look que ha experimentado su cerveza de cabecera. También permaneció iluminada la fachada de la antigua fábrica de Cruzcampo. 60 focos, seis generadores y 300.000 vatios fueron los encargados de mantener la ciudad despierta en la madrugada de ayer.
La encargada de hacer efectivo este cambio de marca ha sido la agencia londinense Claessens Internacional, que no sólo ha ayudado a evolucionar la imagen de Cruzcampo, sino también la de otras reconocidas mundialmente como Guinnes, Chivas, Bombay Saphire o Campary.
Durante la presentación de todas estas novedades, Ponce subrayó lo que supone para Cruzcampo tener un icono y afirmó que "éste era el momento porque nuestro objetivo es satisfacer las nuevas necesidades de los consumidores, por lo que se ha hecho con mucho cuidado para no dejar de transmitir los valores esenciales, como el optimismo o la amistad". En este sentido, señaló la apuesta que ha hecho la marca para incorporar nuevas opciones para el cliente, como la cerveza light o con limón.
