La pequeña de 3 años que tuvo que ser trasladada el martes de urgencia al hospital tras sufrir una parada cardiorrespiratoria por inhalación del humo en el incendio originado en una vivienda unifamiliar de la localidad sevillana de Villamanrique de la Condesa sigue en observación pero evoluciona favorablemente. Es la única noticia realmente importante en una historia en la que policías locales de Sevilla y bomberos de Pilas, o más bien sus respectivos jefes léase los ayuntamientos de Pilas y la capital, se disputan el honor de ser los héroes de la intervención. Los hechos sucedieron la tarde del martes cuando Manuel Urbina y Lázaro Fernández, dos policias locales de Sevilla que viven en Villamanrique, se encontraban fuera de servicio junto a un amigo, también agente, en este caso del municipio. Recibió una llamada por teléfono y entendió que era su casa la que estaba ardiendo así que fuimos para allá y vimos que era otra al lado, explicó ayer Manuel. Una mujer asomada a la ventana solo gritaba mi hija, mi hija, que se encontraba dentro. Los tres policías intentaron acceder con mantas y toallas mojadas pero era imposible por el humo y las llamas. Al llegar el padre con las llaves de una puerta trasera, saltaron las vallas de un solar detrás de la vivienda y lograron acceder al patio que da al lavadero y abrir. Yo fui el primero en entrar, a gatas por el humo, y la niña estaba a un par de metros de la puerta, casi en parada, recuerda Manuel. El agente le practicó las primeras maniobras de reanimación cardiopulmonar y diez minutos después llegaron los bomberos con oxígeno y luego los sanitarios, según su relato. Según el Ayuntamiento de Pilas, citando al jefe del parque de bomberos, Emilio Simón, éstos se desplazaron hacia el lugar en un intervalo de cuatro minutos y al llegar encontraron a la menor en parada cardiorrespiratoria debido a la intoxicación por monóxido de carbono e inmediatamente procedieron a su reanimación. Lo cierto es que la niña se recupera y que Manuel y Lorenzo, conocidos en el pueblo, no pararon de recibir ayer agradecimientos de la familia. Manuel no presume de nada. De hecho recuerda la sensación de impotencia en esos momentos en los que lo que está en tu mente es que esa niña tiene que salir como sea, intentas entrar, no puedes y tú sabes que su vida pende de un hilo y depende de que tú tardes un segundo más o menos.
