Se suceden los acontecimientos tan vertiginosamente en la liga española que el partido del pasado viernes, el Celta-Sevilla (2-0) queda lejano. Tan lejos queda, como la próxima comparencia en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán, el lunes 22 octubre, ante el Real Mallorca de Joaquín Caparrós. Ahora bien, la desilusión sevillista queda latente ante el bajo nivel exhibido por los pupilos de Míchel después de su superior rendimiento frente a Real Madrid y Fútbol Club Barcelona. Dicen que ante los grandes, los jugadores se motivan solos. Ante los demás, que es donde se juega su liga el Sevilla FC, tiene que haber un plus aún superior de motivación y juego porque el camino de Vigo es el equivocado. Cuanto antes hay que buscar la senda y dejar las veredas. El partido de Vigo ante el Celta es de esos que no deben repetirse si se quiere pelear por los puestos altos de la tabla clasificatoria.
Parece que cada vez que hay algún suceso tanto deportivo como adyacente al mismo, que por cierto se producen frecuentemente, en la sociedad heliopolitana, el equipo levanta el vuelo. Entre arbitrajes, rendimiento inadecuado, y nervios improcedentes porque el Real Betis Balompié estaba en posición tranquila con nueve puntos, la semana previa al partido con la Real Sociedad no era la que tocaba con ese entorno para un partido más del campeonato. Repito, para cuando se está en posición desahogada, no tocaba. Con una alineación previamente pregonada llena de canteranos Pepe Mel salvó el partido sacando provecho a dos cabezazos de Paulao y Rubén Castro, sus futbolistas más solventes en sus posiciones, y varias intervenciones extraordinarias del joven portero Adrián, en esa posición delicada y decisoria que hay en un equipo. Si dudas había para la portería bética el joven canterano las acrecienta porque, ¿quién se atreve a quitarle la titularidad tras el partido ante la Real Sociedad a Adrián?
Recurriré una vez más a Vujadin Boskov y a sus tres palabras sabias que resumen lo que es este juego: "Fútbol es fútbol". Sucedió el viernes en el partido del Sevilla en Vigo ante el Celta, donde los papeles de un día a otro se cambiaron. Y el sábado en el Villamarín, apareció un portero -no me pregunten por su futuro porque no lo sé- que dejó a los béticos boquiabiertos tras no sé cuántos debates que en los últimos tiempos ha habido sobre la portería del Real Betis.
