El árbitro castellano-leonés Turienzo Álvarez tuvo un feo detalle al interrumpir con su silbato el fandango que se estaba escuchando por megafonía en memoria del recién fallecido artista y tabernero bético Pepe Peregil, por el que se guardó un emocionado minuto de silencio que no fue tal por las prisas del trencilla, abucheado por ello por los aficionados.