Cofradías

El arrabal se quedó huérfano

Las calles del barrio estaban llenas de gente esperando poder disfrutar de su Cristo de la Salud y de su Virgen del Refugio.

el 27 mar 2013 / 22:57 h.

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La hermandad de San Bernardo no pudo salir por las previsiones de lluvia. Estefanía González (Atese) La hermandad de San Bernardo no pudo salir por las previsiones de lluvia. Estefanía González (Atese) San Bernardo se vistió ayer de gala para recibir en sus calles a la Virgen del Refugio y al Cristo de la Salud, pero no pudo ser. Las predicciones meteorológicas eran muy malas: riesgo de entre un 85% y 90% de lluvia hasta las 19.00 horas y un 60% a partir de ese momento. De hecho, nada más anunciar el hermano mayor, José María Lobo, que no se salía, el cielo se cubrió y comenzó a llover. Un chaparrón que duró un buen rato y que llenó las calles del arrabal de paraguas abiertos. A pesar de que el anuncio de Lobo fue recibido con un sonoro aplauso, éste intento justificar su decisión diciendo que “se habían consultado varios datos”. Nadie dudaba de su palabra y todos estaban con él. De hecho, media hora antes, los más veteranos ya sospechaban que la cosa no iba bien, porque no se habían comenzado a repartir los cirios entre los nazarenos. Pero a pesar de que los malos augurios se cumplieron, muchos hermanos no pudieron evitar las lágrimas. Ese fue el caso del Alejandro, que se estrenaba como diputado de tramo, y que acogió la noticia con mucha pena y frustración, “pero estoy totalmente de acuerdo con la junta de gobierno, porque siempre hace lo mejor por la hermandad”. Alejandro advirtió de que San Bernardo es una cofradía que lleva muchos niños “y si hay que refugiarse en alguna iglesia, sería muy difícil colocarlos”. También estaba muy triste Cayetano, un niño de 10 años, que en esta Semana Santa iba a hacer por primera vez su estación de penitencia junto a su padre. Estaba dispuesto a hacer todo el recorrido, pero dijo con pena que tendrá que esperar a 2014. Poco después de la alocución del hermano mayor y mientras el director espiritual rezaba, las puertas del templo se abrieron y muchos nazarenos empezaron a abandonar la iglesia camino de su casa por el itinerario más corto, tal y como les pidió su superior, pero como suele ocurrir en una cofradía con tantos nazarenos, unos 2.200, un puñado de ellos prefirió desoír las recomendaciones de Lobo y optó por lucirse por las calles de San Bernardo e incluso pararse en las puertas de los bares para comer el bocadillo, y no eran niños. Mientras, en el interior de la parroquia de San Bernardo los hermanos costaleros procedían a trasladar a las imágenes de la cabecera del templo a los pies. Fue uno de los momentos más emotivos de la jornada.

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