Cultura

El Bergamín más controvertido sale a la luz en 'Claro y difícil'

Católico y comunista, "seductor y diablo al mismo tiempo", José Bergamín fue muy crítico con su propia generación, la del 27, y eso pudo influir en que fuera apartado de los círculos oficiales. Ahora, la antología "Claro y difícil" rescata la figura de este personaje controvertido y poliédrico.

el 15 sep 2009 / 07:14 h.

Católico y comunista, "seductor y diablo al mismo tiempo", José Bergamín fue muy crítico con su propia generación, la del 27, y eso pudo influir en que fuera apartado de los círculos oficiales. Ahora, la antología "Claro y difícil" rescata la figura de este personaje controvertido y poliédrico.

La selección de la poesía y de los ensayos literarios incluidos en la antología ha corrido a cargo del escritor Andrés Trapiello, quien ayer, al presentar el libro, reivindicó la obra de Bergamín, una figura "desquiciada y contradictoria desde el punto de vista político, pero no desde el literario". "Como político, no se pudo equivocar tanto y tantas veces", aseguraba Trapiello, tras recordar que "la concepción peculiar de España" que tenía Bergamín (Madrid, 1895-Hondarribia, 1983) lo llevó en sus últimos años de vida a criticar con dureza la monarquía y a dar su apoyo a Herri Batasuna y al entorno de ETA. La antología aparece dentro de la Colección Obra Fundamental de la Fundación Banco Santander, dedicada a recuperar textos de los grandes postergados de la literatura española del siglo XX, y Bergamín ocupa un lugar destacado entre ellos.

"Es un orillado", dijo Trapiello, autor del extenso prólogo que contiene la antología, a la que ha dado el título de Claro y difícil, porque "está claro lo que dice Bergamín, pero es difícil estar de acuerdo con ello".

Bergamín fue considerado por los miembros de la Generación del 27 como su prosista, crítico y propagandista "de cámara", pero no tardó en quitarle importancia a este movimiento literario, cuyos integrantes eran calificados por él de "epígonos de los epígonos del 98".

Sus críticas lo convirtieron "en una criatura incómoda" para sus propios compañeros de generación y, en 1983, influyeron en que, "por razones políticas, le arrebataran el Premio Cervantes para dárselo a Luis Rosales". Octavio Paz, miembro del jurado, se opuso rotundamente a que lo ganara Bergamín. "Será por encima de mi cadáver", dicen que dijo.

Frente a "la generación de la amistad", como se conoce también a la del 27, Bergamín "encarnaba mejor que ninguno la generación de los difíciles, no menos amigos entre sí, pero solitarios y libres", un grupo en el que Trapiello incluye también a Cernuda, Zambrano, Gil-Albert, Chacel y Gaya.

Católico militante, la República y la Guerra Civil "lo transformaron por completo". "Se hizo compañero de viaje del Partido Comunista, y esas ideas no las abandonará nunca, pero tampoco su catolicismo ni su amor por los clásicos", decía ayer Trapiello. A Bergamín, "seductor nato" y "una de las personas más divertidas" que ha conocido Trapiello, "al mismo tiempo que diabólica", le gustaba "mucho" la política, y eso impidió quizá que se apreciara su obra.

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