La mayúscula decepción de no conquistar el ascenso a Primera y continuar en Segunda no es una sensación nueva para el Betis.
El cuadro de La Palmera ha sido incapaz de abandonar la categoría de plata en su primer asalto, un fracaso que ya protagonizó en seis etapas anteriores. Curiosamente, el éxito de 1994, con triunfo en Burgos, fue una realidad después de completar tres temporadas en el infierno.
El primer ascenso del club a la máxima categoría nacional data de la campaña 31-32, año en el que cumplió con el reto después de cursar cuatro ejercicios consecutivos en Segunda -de la 28-29 a la 31-32-.
Repitió agonía en los 40 en dos etapas diferentes. Enlazó dos años sin subir entre la 40-41 y la 41-42 y hasta 4 entre la 43-44 y la 46-47. Los 50 fueron especialmente duros para el beticismo.
Después del árido peregrinar por Tercera, el escudo de las trece barras paseó por el segundo escalón del balompié estatal durante 4 episodios. En aquella época fue desde la 54-55 a la 57-58.
Y las dos últimas ocasiones sucedieron en los 60, cuando encadenó 3 años entre la 68-69 y la 70-71, y en los 90, época en la que ascendió con el mallorquín Serra Ferrer en el banquillo después de tres negativas experiencias -desde la 91-92 a la 93-94-.
Mejor recuerdo suponen para el Betis los años 70 y 80, cuando hasta en tres antecedentes fueron capaces de sellar el regreso a la élite en su primer proyecto.
