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El brillante Sevilla europeo arranca en Madeira

Después de pasar del clima tropical de las islas portuguesas al Sevilla le esperaba el frío de Rusia. Caparrós inició su andadura en el Sevilla con Alés y con Del Nido terminaría su paso por Nervión.

el 05 ene 2010 / 11:11 h.

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Regreso a la UEFA. Cuando Roberto Alés fichó a Joaquín Caparrós y a Monchi como director deportivo estando el club en la llamada economía de guerra, aspirar al ascenso era prioritario. Muchos, por la composición de la plantilla, lo consideraban casi irrealizable. De Alés hemos hablado sobre sus desvelos en lo económico y del compromiso deportivo en el que fue metiendo a Caparrós y a Monchi, quienes, a su vez, fueron capaces de imbuir a los jugadores, capitaneados por Pablo Alfaro y Javi Navarro, cuyos servicios al club han sido inestimables y creo que insuficientemente valorados. El equipo ascendió, se consolidó en Primera y, tras quedar la temporada 03-04 sexto, logró plaza en la UEFA.

Alés, que seguía formando parte del grupo de Utrera, máximo accionista del club, había cedido los trastos en la presidencia a José María del Nido. Caparrós, por sus desvelos y compromiso en el club, merecía estar en ese primer paso por Europa que iba a tener sus éxitos en las temporadas siguientes. Del Nido, abogado de relevancia, sevillista de cuna y directivo con Luis Cuervas, siendo muy joven, llegaba con unas ideas modernas en las estructuras y una ambición sin límite para sanear las arcas y hacer, con el tiempo, un equipo fuerte y competitivo.

El sorteo puso en el camino del Sevilla en la eliminatoria previa al Nacional de Madeira. Hacia Funchal viajó en septiembre de 2004 con dos goles de ventaja conseguidos por Julio Baptista y Sergio Ramos, que, miren por dónde, serían las grandes inyecciones económicas en los traspasos que Del Nido hizo al Real Madrid. Madeira, al norte de las Islas Canarias, en pleno Océano Atlántico, es un destino turístico similar al de nuestras islas. Empezaban los viajes multitudinarios organizados por el club con mimo y celo de la mano de José Castro.

Me llamó la atención que, debido a las dificultades para tomar tierra, pilotaran el avión especialistas en la llegada al complicado aeropuerto de Funchal. No olvidaré cómo parecía que se acababa la pista y nos tragábamos el Atlántico y mi querido amigo Manolo Muñoz juraba que no se montaría más en el ‘pájaro de hierro'. Al final, cuando el mar parecía ser nuestro compañero, apareció para alegría de todos, con ovación a la pericia de los pilotos, tierra firme.

Un hotel de lujo en un acantilado con toda la plenitud del inmenso Atlántico, recién inaugurado, fue el lugar escogido. Viajó Del Nido con su familia, un buen número de sus consejeros y muchos sevillistas que serían habituales en los viajes. Paco Artacho con los suyos, Paco Díaz Mingorance con su esposa Manoli, Rafael Carrión Eduardo Romero, Angelito Oliveros, Miguel López Benjumea y Ginés López Cirera, todos con sus respectivas, así como Manolo Álvarez Palacios, Juan Carrión y su señora, los utreranos El Marqués, los Montoya y Antonio Camino, Juan Arenas con Charito, Manolo Muñoz, Pepe, Manolo Rodríguez y Pepe Quintanilla. César de los Morancos con sus hermanos y tantos otros que espero me perdonen el olvido porque necesitaría la lista completa que me habría de facilitar ese gran profesional callado pero eficiente que en el Sevilla se llama José Bernet. Ganó el Sevilla al Nacional y le eliminó.

A San Petersburgo. La fase de grupos iba a colocar al Sevilla con Alemania Aquisgrán, Zenit de San Petersburgo, AEK de Atenas y Lille. Los dos partidos a jugar fuera serían en Rusia (Zenit) y Francia (Lille). El atractivo y la expectación del primer viaje a San Petersburgo era enorme. El Sevilla organizó fletó cuatro aviones que llevaron a 800 sevillistas a la ciudad de los zares y de Lenin. Una vez desmembrada la URSS cambiaba de Leningrado a su nombre actual, San Petersburgo. Hoy es un destino turísitico muy habitual. Aquellos años no tanto. Les recomendaría que si van, háganlo en invierno, aun con la crudeza de las bajas temperaturas, porque si bonita es cualquier día, lo es más nevada al completo en un día de cielo azul como aquel 24 de noviembre de 2004. Habíamos llegado la tarde anterior al aeropuerto de Pulkova, con un frío que pelaba y tras desayunar en un paseo inolvidable conocimos los monumentos más importantes de la ciudad. Sus grandezas y sus miserias, con Víctor Fernández (AS) y Mercedes Torrecillas (Marca).

Peripecias. Desde la enorme plaza del palacio con el Hermitage al fondo, la gran pinacoteca rusa, fuimos a ver el impresionante río Neva completamente cubierto por la nieve, la Fortaleza de San Pedro y San Pablo donde reposan los zares, con el último, Nicolás, y su familia, y terminamos de vuelta al hotel en plena avenida Nevsky con la catedral y la preciosa iglesia de la Sangre Derramada, donde coincidimos con los jugadores, con todo tipo de ropa de abrigo y haciendo fotos. Después de conocer la estación de metro que está junto al Mercado Central, obra impresionante de ingeniería, pasamos por las puertas del Hotel Europa, dicen que uno de los mejores del mundo, donde estaba parte de la expedición de aficionados. Nos contó César Cadaval que había viajado con un grupo de 15 amigos y su familia y que le habían robado unos ¿policías? -al menos eso decían ser- registrando su cartera, devolviéndosela tras examinarla y viendo cómo había desaparecido el dinero.

Otros nos hablaban de la excelencia del establecimiento hotelero. Recuerdo a Ángel Oliveros, Nono Martínez Ayala, Antonio Galadí, Miguel López Benjumea y Ginés López-Cirera, que nos invitaron a entrar para que viésemos los impresionantes salones y la actuación de unos músicos con violines y arpas que amenizaban el desayuno. Años después, en otra visita a San Petersburgo, tuve la dicha de estar junto a Jesús Bores, Juan Arenas, José García Quiles y sus señoras, así como su hija y Pepe García de Tejada en este magnífico Hotel Europa. También estuvimos a punto de ser sorprendidos en el robo. Fuimos a cenar con Bores, García Quiles y sus familiares Víctor Fernández y quien esto escribe. Hacía mucho frío y escogimos una pizzería cercana que nos había recomendado Luis Carlos Peris. A los italianos es difícil dársela. Un empleado, cuando veía que estaba todo tranquilo, nos invitaba a salir y llegar rápidamente al hotel para evitar sorpresas.

Los compañeros y el querido Andrés Ocaña (Radio Marca) pueden dar fe, porque también le sorprendieron. Como lo intentaron al día siguiente, al salir hacia el campo, con el fotógrafo y amigo de esta casa Juan Carlos Rodríguez Aparicio, sin éxito. El estadio Petrovsky se llenó en una tarde-noche noche gélida. Intentaron cobrarnos y esta vez salimos indemnes. Las condiciones del estadio eran deficientes. El Sevilla empató a uno. Marcaron los goles jugadores que irían años después al Arsenal, Baptista y Arshavin, que formaba pareja con Kerzhakov. El Sevilla ficharía, ya con Juande Ramos en el banquillo, a Kerzhakov, que pasó sin pena ni gloria por el equipo aun teniendo unas condiciones extraordinarias.

Después vinieron las penalidades. 800 viajeros eran para los rusos un problema por sus medidas de seguridad. Se hizo interminable el control, nos quitaron en el arco de seguridad hasta los zapatos y la lentitud era desesperante. El problema con AENA y el cierre de San Pablo nos llevó hasta la base militar de Morón de la Frontera con el consiguiente barullo de muchos viajeros y poco servicio y ya era de mañana cuando tomamos la carretera de Morón a Sevilla

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