La basura relega a un segundo plano la maraña política que sume a Camas. Ni las voces que piden la dimisión de Pazos ni la batalla eterna entre PSOE e IU importan ahora a los vecinos, que denuncian que sus calles están tomadas por la suciedad. El servicio de limpieza no da abasto, sobre todo porque no hay personal suficiente.
Ni el alcalde, Juan Pazos, ni su actual socio de Gobierno (PSOE) -un pacto que, por cierto, dio por roto el miércoles-, niegan la evidencia: Camas está sucia. Papeleras llenas, aceras sin barrer y la maleza de los parques sin podar arrojan un panorama desalentador que se debe, según el PSOE, "a la situación de desgobierno generada por Pazos".
La falta de personal acrecienta esa situación de abandono. El Ayuntamiento de Camas no renueva los contratos eventuales, la mayoría de ellos denunciados ante la Fiscalía por un presunto fraude de ley, según fuentes socialistas. Los sindicatos van más allá y, además de apuntar que el personal eventual representa el 50% de la plantilla, aclaran que las nuevas contrataciones sufren retrasos porque "ahora se ajustan a derecho y coordinado por el Servicio Andaluz de Empleo (SAE)", explicó José Córdoba, de CCOO.
Pero ceñirse a la ley no mitiga el problema. De hecho, el pleno del lunes debatirá la contratación de personal por necesidades de urgencia para puestos esenciales, como limpieza viaria y parques, tras recibir numerosas quejas. Sin ir más lejos, los padres del colegio Virgen del Rocío, de La Pañoleta, protestaron ayer en el consistorio por las "condiciones de insalubridad del centro y sus alrededores". El Ayuntamiento desplazó como respuesta a un par de operarios para adecentar la zona.
El descontento crece con los días. Inmaculada Fernández, una vecina de la calle José Payán, asegura que hace cuatro días que no pasan a limpiar. "Esto es peor que el oeste, con la basura en el suelo y la hierba saliendo de la acera", acompaña en la crítica Javier Rodríguez, que trabaja en una farmacia de esa calle. Ambos ven su pueblo "más sucio que nunca" y esperan que llegue una solución alejada de la trifulca política.
Antonio Pecellín, taxista de profesión, también se queja, pero sabe que la crisis económica -y la política- no contribuye a mejorar las cosas. "Si no hay gente es porque no hay dinero", zanja.
