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Cultura

El día en que Juan Breva llevó las saetas a Madrid

El aroma a azahar nos trae cada año la saeta, y los saeteros afinan sus voces para cantarlas en los balcones. El estilo se canta en público desde hace al menos dos siglos y es una tradición que no decae

el 16 sep 2009 / 00:13 h.

El aroma a azahar nos trae cada año la saeta, y los saeteros afinan sus voces para cantarlas en los balcones. El estilo se canta en público desde hace al menos dos siglos y es una tradición que no decae.

Ya está la Semana Santa a la vuelta de la esquina y con ella, como cada año, los saeteros en los balcones. Es una tradición que no se pierde, aunque hay que reconocer que hoy no contamos con grandes figuras de este estilo. Sí con gente que canta bien la saeta, pero no con grandes nombres. Antaño los había porque los más grandes cantaores, como Vallejo, Mairena, la Niña de los Peines, Caracol o Tomás Pavón, eran muy aficionados a la Semana Santa y en particular a la saeta.

Pero los cantaores de hoy son menos semanasanteros, si cabe decirlo así. Y no cantan la saeta porque, entre otras cosas, ganan mucho dinero con los demás palos y no arriesgan el prestigio que atesoran como cantaores. Lo hacen a veces por compromisos de amistades y familiares. Y los hay que cantan muy bien la saeta flamenca, como es el caso del onubense Arcángel. Hace unos días nos mandaron una saeta que le cantó el pasado año a San Gonzalo y, sinceramente, es muy buen saetero, con una fuerza extraordinaria y un gran sentido musical.

Siempre se ha dicho que los cantaores comenzaron a cantar saetas a principios del pasado siglo, pero lo cierto es que el malagueño Juan Breva lo hizo en Madrid cuando debutó en la capital de España, cantando, entre otros locales, en el Teatro Novedades, donde tomó parte en una obra teatral basada en la agitada vida del bandolero Diego Corrientes. Éste es un dato desconocido hasta ahora.

Breva debutó en Madrid en 1880 y es muy probable que fuera la primera vez que se cantaban saetas en un teatro de la Villa y Corte. Naturalmente, eran unas saetas de procedencia folclórica que se parecían poco a las que se comenzaron a cantar en el siglo XX. Y a grabar en cilindros de cera y discos de pizarra. Pocos sabrán que el gran don Antonio Chacón las impresionó en un cilindro de Edison a finales del siglo XIX. El Mochuelo, la Serrana, Escacena, el Canario Chico, la Niña de los Peines, Manuel Torres y otros muchos la grabaron ya en discos de pizarra y el estilo comenzó a tomar cuerpo de naturaleza flamenca.

Más tarde llegarían revolucionarios como Manuel Vallejo, Manuel Centeno y el Gloria de Jerez. Los saeteros jerezanos, como el Torre y el Gloria, le injertaron el pellizco necesario y fue Manuel Centeno, el olvidado artista sevillano, quien las metió en la estrechura de la seguiriya. Fue un auténtico fenómeno, aunque siempre lo hayan tildado de cantaor gaché. No era gitano. Por eso se hizo unas tarjetas de visita en las que se podía leer lo siguiente: "Manuel Centeno. Cantaor fino sin duende". Además de un gran artista, tuvo un gran sentido de la guasa.

También se ha escrito que fue el Mellizo de Cádiz el primero que cantó las saetas en público. Sin embargo, sabemos que se cantaban mucho antes de nacer este genial cantaor. En el año 1814 se cantaban saetas en Cádiz con acompañamiento de guitarra, según la prensa nacional de la época. Esto demuestra que el estilo tiene siglos.

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