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El Faro de Chipiona evita el choque con el arrecife de Salmedina

El moscatel, la Virgen de Regla, el Santuario de la Patrona, el carnaval, las playas y el Faro son los atractivos culturales más populares en la ciudad.

el 05 jul 2014 / 13:00 h.

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El faro de Chipiona, con más de 150 años de historia, es un gran símbolo del esfuerzo humano por proteger a sus iguales. Es una herramienta que desde antaño ha servido para facilitar la navegación durante la ausencia de luz solar. La primera piedra para la construcción de este faro se colocó en 1863 aunque no fue hasta 1867 cuando se encendió por primera vez. El edificio, de sillería arenisca y ostionera alerta a los barcos de su llegada al estuario del Guadalquivir.  Si osamos llegar a su cúspide, debemos subir más de 300 escalones a través de una escalera de caracol que llega hasta la linterna del faro.  Una vez arriba, su fiel compañero, el viento, nos acompaña. Su altura aproximada desde la base es de 69 metros, 62 metros la torre y 7 metros el edificio sobre el que se asienta.  Situado en la Punta del Perro, es el faro más alto de España. Es aprovechado como baliza por los aviones, estos faros se caracterizan por alcanzar su haz luz la misma distancia en horizontal como en vertical, sirviendo así de ayuda a los aviones. Esto le ha valido la consideración de ser faro aeromarítimo, condición que sólo tienen en España 20 de los 170 faros que operan. El faro actual está construido sobre las ruinas del antiguo faro romano. El nombre por el que fue conocida la localidad de Chipiona en el pasado, allá por la época romana, fué Caeponis Turri. Se cree que este nombre proviene de la torre que antiguamente fue un primitivo faro. La población primitiva de Chipiona estaba ubicada en el terreno que hoy se conoce como la roca o piedra de Salmedina, un arrecife situado frente a la actual población sólo visible durante la bajamar. La proximidad de este arrecife a la desembocadura del río Guadalquivir ha supuesto desde el principio de los siglos un quebradero de cabeza para navegantes, de ahí que posiblemente en época romana, se construyera un faro de humo en dicho arrecife  para salvar a los navegantes. En una localidad como Chipiona, con clara vocación turística, su Faro también estaba llamado a darse a conocer entre los vecinos y visitantes. La Autoridad Portuaria de Sevilla, el organismo del que depende, comprobó que existía cierta demanda de público y desde 1998 mantiene abierta en sus instalaciones una exposición sobre el propio Faro. Desde entonces hay visitas que incluyen subidas a la torre, cuyas reservas son gestionadas por la Oficina Municipal de Turismo. El Faro abre con este fin durante todo el año, si bien, obviamente, la programación se intensifica en la temporada alta, de manera que los meses de julio y agosto hay cuatro días de visitas a la semana para grupos de hasta 15 personas. Desde 1998 se organizan visitas a su interior.  La luz del faro ha ido evolucionando, originalmente funcionaba con aceite, después con petróleo y parafina, en 1916 con vapor de petróleo a presión con cremador, luego un filamento incandescente,  linterna aeromarítima y desde 1999 utiliza una luz halógena. Hoy su funcionamiento es automático y cuando detecta que hay poca luz se enciende. Pero para que cuando se funda la bombilla no se apague, tiene otra y, por medio de un automatismo, se enciende. Si se va la luz entra en funcionamiento un grupo electrógeno, pero para que la lámpara no se entere del corte de luz, hay unas baterías que convierten la tensión de red. Para Chipiona el faro es el emblema, no se concibe la ciudad sin él. Al parecer en dos ocasiones permaneció apagado el faro por cuestiones de seguridad nacional, una durante la contienda hispanoamericana de la Guerra de Cuba cuando se temió una invasión americana de la costa española (el mismo motivo llevó a destruir los antiguos faro de Cádiz y Rota) así como durante la Guerra Civil española por el temor del bando franquista a poder orientar a barcos del bando republicano. El año pasado con motivo del 150 aniversario el Ayuntamiento organizó diversos actos conmemorativos. El más emotivo tuvo lugar el 30 de abril, cuando se recordó la colocación de la primera piedra y se procedió al descubrimiento de la placa en memoria de Jaime Font Escolá, también se  organizaron tres exposiciones en el interior del faro 150 años de luz, Imágenes del faro a través de la historia, y Colección de décimos de lotería con los faros de España e, incluso, la edición de un volumen conmemorativo del cronista de la Villa Juan Luis Naval Molero,  El Faro de Chipiona, Caepionis Turris donde analiza su historia, su influencia sobre el entorno,el comercio, la pesca y la navegación . La obra fue editada por la Asociación Cultural Caepionis.

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