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El fracaso en la escuela se dispara en los superdotados sin diagnosticar

La escuela andaluza no cuenta con mecanismos para diferenciar a un niño superdotado de uno vago. Educación contabiliza 1.043, pero reconoce que hay más sin diagnosticar.

el 15 sep 2009 / 22:01 h.

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D. Cela / M. Ureta

La escuela andaluza no cuenta con mecanismos para diferenciar a un niño superdotado de uno vago. Educación contabiliza 1.043, pero reconoce que hay más sin diagnosticar. Sin un trato personal, el comportamiento del superdotado se parece mucho al de un niño que se aburre en clase. Estos críos están camuflados en el índice de fracaso escolar (32%).

La sobredotación es una mezcla de inteligencia, interés, habilidades y compromiso con el conocimiento. En la escuela, sin embargo, la única fórmula que han encontrado para medir la sobredotación de un alumno es calcular su coeficiente intelectural con un test homologado que no está disponible en internet y que sólo puede adquirirse con el título de Psicología o Pedagogía. Por encima de 130 se considera superior a la media. Basándose en esta simple definición, el Ministerio de Educación calcula que en España hay cerca de 3.000 superdotados, 1.043 en Andalucía.

El único informe que maneja sobre este tema data de 2000 (Alumnos precoces, superdotados y de altas capacidades). En él, se dice que en la educación obligatoria "hay 300.000 alumnos superdotados, de los que tan sólo se han identificado 2.000". Este dato apenas ha variado en diez años. Todos los expertos consultados reconocen que los niños superdotados, que necesitan programas de aprendizaje distintos a la mayoría, están escondidos en las filas que alimentan el fracaso escolar andaluz (32%). En su informe, el ministerio determinó que el 99% no ha sido detectado en la escuela, una circunstancia a la que atribuyó que "el 70% de los superdotados tienen bajo rendimiento escolar y entre un 35% y un 50% ya se hallan en el fracaso escolar".

La profesora María Ángeles Oliva elaboró un proyecto de tesis para la Hispalense en 2004 que aseguraba que el 86% de los superdotados suspendía la Secundaria. La Junta admite la relación directa entre el fracaso y los alumnos superdotados sin diagnosticar, pero carece de datos al respecto.

La Consejería de Educación incluye a los superdotados en programas genéricos de atención a la diversidad, que sirven para cualquier estudiante con problemas de aprendizaje. Lo que equipara al alumno que aprende muy rápido del que aprende muy despacio es que ninguno de los dos puede adaptarse al ritmo normal de la clase. Al final, ambos terminan suspendiendo.

Los ejercicios de lectura en voz alta han demostrado que los niños superdotados son capaces de leer de forma mecánica antes y más rápido que los demás, con una pronunciación perfecta. Pero eso no garantiza que comprendan lo que están leyendo. En escritura, el niño superdotado suele pensar más rápido de lo que es capaz de escribir con su bolígrafo, y eso le provoca cierta frustración.

El alumno llega al aula con una agilidad mental a veces mayor que la de su maestro. Sin embargo, eso sólo le servirá como instrumento para asimilar contenidos en clase. Un modelo educativo basado en la simple transmisión de conocimientos del profesor al alumno y en el aprendizaje memorístico se consume muy rápido, y el docente se vería enseguida sin recursos ante ese chico. Los alumnos superdotados obligan a los profesores a diseñar nuevas estrategias de cómo enseñar, porque ellos no necesitan estirar la inteligencia, sino alimentar el interés por las cosas. En la práctica no ocurre así, en parte porque los docentes no han sido preparados para eso, de manera que cuando el estudiante superdotado termina los ejercicios de clase antes que sus compañeros, el profesor se limita a darle más de lo mismo. Al cabo del tiempo, el alumno se aburre.

Adelantar cursos. En los últimos diez años, este debate no ha madurado demasiado en los despachos de la administración. La consejería aún no tiene claro si a los superdotados hay que incluirlos en aulas de educación especial, integrarles en las clases ordinarias con el resto de alumnos o separarles en instituciones especializadas.

Ahora, de los 1.043 superdotados detectados (curso 2007/08), a 81 se les ha permitido flexibilizar sus estudios, es decir, adelantarse al curso que les corresponde, una medida que reconoce la nueva ley de educación. Un superdotado puede acabar un año antes la Primaria y un año antes la ESO, entrando en la Universidad a los 16. Esta medida es excepcional, y muchos pedagogos no están de acuerdo con ella. "El superdotado se desarrolla intelectualmente antes que social y emocionalmente. Aprenden más rápido, pero siguen siendo niños cuando sus compañeros se hacen adolescentes. Puede que se matricule con 16 años en Arquitectura, pero será el único de su clase que siga sin poder entrar en una discoteca", apostilla Oliva.

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