La fuerza del fútbol cuando llegan los grandes acontecimientos es inimaginable. Días antes de la Eurocopa todos los medios andaban inmersos en las subidas de los precios, el IPC rebasando cotas históricas, el precio del combustible por las nubes, la bolsa por los suelos y un sinfín de circunstancias claves para la vida diaria que no daban paso a un signo de alegría colectiva.
Llega la Eurocopa con un gran debate previo por la ausencia de Raúl, críticas por todas partes al seleccionador y limitada confianza en los elegidos para representar a España. Esto es fútbol y le pertenece. Llegan los partidos y los resultados van metiendo a los aficionados dentro de la roja.
Comienzan los partidos claves ante Italia y Rusia y empieza la percepción que algo grande puede suceder. La selección nacional enamora con su fútbol y logra poner a todos de acuerdo. Llega la gran final del torneo continental, caen los temidos alemanes, la pasión se desborda y el fútbol con un balón y dos equipos vuelve a poder con todo. Ya saben por qué todos quieren estar en el puente de mando de los clubes de fútbol.
