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El gran emperador Tiberio y el gran gladiador Guarente

Dotes del mando en el campo, luchador fuera de él, virtudes del nuevo jugador sevillista.

el 20 jun 2010 / 18:39 h.

Guarente celebra un gol con el Atalanta.

El nombre de Tiberio Guarente, de origen latino, tiene dos acepciones. La primera se la debe al río Tíber. La segunda es mucho más metafórica. “Nacido para gobernar”. Quizás por ello en la historia ha habido multitud de emperadores romanos con este nombre de pila y quizás por ello Tiberio Guarente llevaba marcado en su destino ser un centrocampista de mando, un gobernador del juego.
El último fichaje del Sevilla llega al Sánchez Pizjuán para poner orden en el centro del campo. Y lo hace después de haber desprendido en su trayectoria dotes de mando dignas de un emperador y muestras de coraje propias de un auténtico gladiador de la época romana.

Tiberio Guarente nació en Pisa hace poco más de 24 años, el 1 de noviembre de 1985. Se formó en la cantera del Inter de Milán, junto a jugadores como Montolivo, en la actualidad director de orquesta de la selección de Italia. En 2004 se marchó al Verona. Allí se ganó su espacio y allí vivió un capítulo que marcó su vida, el 3 de febrero de 2005, antes de un derbi ante el Venecia.

En la previa del encuentro Guarente comenzó a sentirse débil, cansado, los músculos le dolían. En el vestuario no pudo más y pese a la importancia del duelo advirtió que no estaba en condiciones de jugar. Los médicos del Verona pensaron que tenía gripe. Pero el problema iba más allá. El día siguiente Tiberio comenzó a sentir dolores insoportables en todo el cuerpo, hasta el punto de no poder moverse. Quedó inmovilizado. El diagnóstico médico fue poco halagüeño: una inflamación de las raíces del nervio espinal, las periféricas que envían información a los músculos de las piernas y los brazos.Este problema le obligó a estar en una silla de ruedas varios meses. La carrera de Tiberio, nacido para gobernar y organizar el juego, se resquebrajaba. Pero el ya jugador del Sevilla no se rindió, que también su nombre tiene mucho de gladiador. Los médicos estaban seguros de que no volvería a jugar, pero tras un mes paralizado volvió poco a poco a mover los pies. A partir de ahí se sometió a una rehabilitación intensa, día y noche, de cinco meses. Y al final lo consiguió. Volvió a jugar al fútbol.

La siguiente campaña apenas disputó cuatro partidos, chupó cemento. La campaña 2006/07 fue nefasta para su equipo, que descendió a la serie C, pero genial para él, que incluso militó en la selección italiana sub 21. Fue entonces cuando el Atalanta lo rescató. En las campañas 2007/08 y 2008/09 brilló como el que más en el conjunto de Bérgamo y se convirtió en la referencia del equipo. La Fiorentina estuvo a punto de ficharlo, pero prefirió seguir en el Atalanta.  Finalmente, la pasada temporada su equipo descendió. Su periplo ha acabado en Bérgamo. Es la hora de gobernar un equipo mayor, de ejercer de emperador. La hora del Sevilla.

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