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El hijo "humilde" de "la tierra de la dignidad"

Alfonso Guerra ve en su nombramiento como Hijo Predilecto de la comunidad un reconocimiento a "cuantos han soñado con otra Andalucía"

el 28 feb 2011 / 20:09 h.

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Alfonso Guerra, Hijo Predilecto de Andalucía.

Alejado del tono mordaz que caracteriza su discurso político, el Alfonso Guerra que ayer recibió el título de Hijo Predilecto de Andalucía sacó a relucir su vertiente más poética en un discurso de agradecimiento cargado de alusiones a una infancia de posguerra, una juventud combatiendo por la libertad y una madurez como "político de consenso". Si su admirado Antonio Machado se autorretrató como "un hombre, en el buen sentido de la palabra, bueno", Guerra se definió como "el más humilde de los andaluces" en cuyo nombramiento ve un reconocimiento a "muchos hombres y mujeres sencillos y humildes" que llenan los pueblos del sur y a "cuantos han soñado con otra Andalucía".


No hubo, como algunos esperaban, defensas encendidas del Estado Autonómico frente a quienes ahora lo cuestionan, pero sí al papel jugado por Andalucía para no quedarse atrás. Pese a sufrir el analfabetismo y las injusticias de la élite "Andalucía fue la tierra de la dignidad, el hambre y la guerra no pudieron quebrar su espíritu libre" y el exvicepresidente del Gobierno sacó pecho de su contribución a esa batalla: "Acompañarte a levantar tu dignidad y tu cultura habrá de ser el gran logro de mi vida".
A Guerra, este título no le hace más andaluz porque ya "lo era" y lo será "hasta el final", pero "sí mejor".


Hubo un recuerdo a sus humildes padres, sus doce hermanos, a su esposa e hijos pero también a sus referentes políticos Giner de los Ríos y Pablo Iglesias e incluso a contrincantes como el exministro de UCD Fernando Abril-Martorell con el que logró superar las diferencias para sacar adelante el consenso constitucional. Y puso en valor ese consenso al dejar claro que en su sentir andaluz no caben nacionalismos exacerbados. "Ni entiendo ni acepto que por afirmar mis raíces andaluzas hubiera de renunciar a mis raíces españolas".


El aún diputado por Sevilla -mantiene su escaño desde la primera legislatura de la democracia- recorrió Andalucía desde el barrio de la morería de Córdoba al "cabo gatuno" de Almería o la Alameda malagueña, vista por los ojos de "un niño de la posguerra que conoció los campos de Andalucía cazando pajarillos para llenar la olla" o de un adolescente cuyos "ojos se deslumbraban ante el arte nazarí" de Granada.


Pero no solo hubo evocación del ayer porque "no se trata de refugiarse en el pasado" sino también una llamada de atención ante los retos presentes y futuros. En un escenario de crisis provocado por "la prevalencia de lo financiero sobre la política, de la razón económica sobre la social y moral", instó a buscar un sitio en el espacio internacional, a apostar por nuevos sectores industriales y a recordar a los jóvenes "que la violencia se opone el progreso". Quien protagonizara hace 30 años el despertar de España a la democracia recordó que hoy "en medio mundo, cerca de aquí los pueblos reclaman libertad" y éstos son "los desafíos del siglo".

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