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El hombre de goma

El viernes sufrió un tremendo accidente que para el común de los humanos hubiera sido casi mortal: cayó de una altura de ocho metros cuando hacía su número en el Circo Mundial. Ayer estaba ya en su caravana dispuesto a recuperarse y volver cuanto antes. Su preparación física le salvó de la tragedia.
(Foto: R. V.)

el 15 sep 2009 / 02:48 h.

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El viernes sufrió un tremendo accidente que para el común de los humanos hubiera sido casi mortal: cayó de una altura de ocho metros cuando hacía su número en el Circo Mundial. Ayer estaba ya en su caravana dispuesto a recuperarse y volver cuanto antes. Su preparación física le salvó de la tragedia.

Con sólo cruzar la puerta del Circo Mundial uno ya es consciente de que ha entrado en otro mundo. La música, los vestidos, el maquillaje nos llevan a un lugar casi mágico y en el que todo es posible. Y es que la gente del circo parece que esté hecha de una pasta diferente a la del común de los mortales. Su forma de vida y sus capacidades nada tienen que ver con lo que estamos acostumbrados.

Y si no que se lo pregunten a Ángel Albéniz Villalobos. Este joven venezolano de 21 años ha mamado desde la cuna su profesión: funambulista. Su vida es el circo, pero también es consciente de que este mundo puede costarle muy caro.

El viernes tuvo una caída que enmudeció al público que presenciaba la función de las siete y media de la tarde. Su número estaba finalizando y su padre y su hermano, con los que forma el Trío Ayala, ya habían descendido algunos metros hasta una plataforma.

Sin embargo, cuando Ángel iba a bajar "el cable se rompió" y cayó "desde unos ocho metros", sin red y sin arnés. "Caí casi de costado y apoyé una mano", de ahí que tenga un fisura en un dedo de la mano izquierda y lastimada la muñeca. El tobillo izquierdo fue el peor parado, pues se lo fracturó.

Pero pese a tan espectacular caída, no precisó de intervención quirúrgica y tan sólo tiene algunas magulladuras por el cuerpo y algo hinchado el tobillo derecho. Increíble, pero cierto. "Gracias a mi preparación física", reconocía Ángel, quien se llevó "un gran susto" cuando sintió que su cuerpo se precipitaba al vacío, aunque a este hombre de goma, que ya se ha caído tres veces, tampoco parece impresionarle mucho. "Es una profesión de riesgo", decía.

La que sí estaba aún conmocionada era su madre, de la que heredó parte de su amor al circo. Ella tiene uno en Venezuela, pero varias veces al año viene a Europa para ver a su hijo. Esa tarde estaba cerca de la pista mirando el número cuando vio que caía.

"Imagínate cómo se me puso el cuerpo. Pensé en lo peor", afirmaba ayer algo más relajada. Es más, recuerda incluso cómo hubo gente del público "que pensaba que formaba parte de la actuación". Otros se quedaron, pese a que la función terminó para que la ambulancia entrara a por el joven.

Ahora el padre y el hermano de Ángel tienen que hacer el número sin él: "El show debe continuar", decía su madre, quien no se separaba ayer de su hijo, aunque pronto tiene volver a su tierra por sus compromisos profesionales.

Además, lo más probable es que Ángel ya no pueda representar su número en Sevilla porque los médicos le han dicho que tiene que estar "quince días con la escayola y en reposo", pero él no lo descarta del todo. "También me dijeron que la recuperación depende del cuerpo de cada uno". Visto lo del viernes, no es de extrañar que pronto lo veamos de nuevo sobre el alambre.

Y es que este joven de 21 años no conoce otra cosa que el circo. Sus primeros pinitos fueron con tan sólo tres años -una foto en su caravana da buena fe de ello-. A lo largo de su carrera ha pasado por diferentes facetas, pero fundamentalmente ha sido trapecista y funambulista.

Comenzó en el circo de su madre. Con 14 años se vino a Europa "a probar suerte" y desde el pasado mes de noviembre forma parte del Circo Mundial. "Nuestra vida es muy diferente. Estamos siempre de un lado a otro, conociendo gente y muchos países, pero no la cambiaría, al menos de momento no pienso hacerlo", afirma, pues es "lo que me gusta".

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