Después de muchos años haciendo música, de pasar por grupos de rock y por formaciones de fusión flamenca, de miles de proyectos y de historias, en el año 2000 nacía El Koala con la creación de algo grande, distinto y original, uniendo las dos cosas que más le apasionan: la música y el campo. O lo que es lo mismo: su modo de expresión y sus raíces.
Y desde el 22 de febrero, Manuel Jesús, artísticamente conocido como El Koala, tiene su tercer disco en el mercado, El latido del campo. El álbum arrastra la misma esencia y el gran orgullo por el agro que sus anteriores proyectos tenían, pero que se diferencia claramente del anterior por una producción a fuego lento con Vicente Sabater.
Al igual que el primero, este nuevo trabajo musical se ha producido sin las prisas que quizá tuvo en el segundo debido a la famosa canción Opá, yo viacé un corrá. “A partir de ahora, tengo claro que debo tomarme el tiempo necesario para componer y seleccionar las mejores canciones y así conseguir siempre un buen resultado”señala. Los temas, como no podía ser menos, recorren la variedad que caracteriza a la música del andaluz. No obstante, su diversidad de géneros no tiene un fin comercial, sino que busca siempre gustarse primero a sí mismo y luego a su público. Destacable, entre sus canciones, es el “cabratón”, un reggaetón llevado al mundo campestre, y un cuento que invita a soñar. “Pobre de aquel que no tenga sueños, que es un cadáver viviente”, sentencia Manuel Jesús Rodríguez.
Con este disco no busca ninguna canción del verano y jamás ha tenido esa pretensión. “Yo nunca he buscado canciones estrella porque cantarle al campo es lo menos comercial que hay y porque siempre he detestado los discos con una canción buena y diez de relleno”.
El Koala bebe de todos los estilos para crear luego el suyo propio. Flamenco, reggae, rock, pop, latino, heavy metal… “Todos los géneros son, en definitiva, música y compás. Desde unas sevillanas de Cantores de Híspalis hasta una canción metálica de Rammstein, todas son igualmente siete notas musicales”, explica el cantante malagueño, quien no cree en las etiquetas. Y es que si de pequeño escuchaba el flamenco que ponía su madre, como Juanito Valderrama, de jovencito le encantaba el rock andaluz de Triana. Y hoy, por ejemplo, confiesa que está enamorado de la música africana.
Es el aire que se respira en el campo o el contacto con la naturaleza lo que El Koala refleja en sus doce nuevas canciones. Un latido del campo que puede que se esté perdiendo con tantas redes sociales, ordenadores o comida rápida, que simbolizan la ligereza superficial de las grandes metrópolis.
Por otro lado, aquéllos que vean a este cantante como una especie de freaky televisivo que hace música para reír, se equivocarán y al mismo tiempo le estarán haciendo “daño a la cultura rural”, se defiende. Y es que las letras que ofrece El Koala con su rock rústico son tan respetables como las del rock que hace cualquier otro grupo o cantante.
El Koala, quizá por su carácter y su forma de ser, se presta a veces en distintos programas de televisión a la mofa de su propia letra y música, donde no suelen explotar ni valorar el contenido real de las canciones de un artista que ni mucho menos es un cateto de pueblo. “Me gustaría que, con el tiempo, todos nos tomáramos un poco más en serio la cultura rural que represento y a la que canto”, desea.
De un modo u otro, guste más o menos, este artista malagueño consigue la envidiable originalidad y naturalidad que muchos quisieran. Cualidades hoy, sin duda, complicadas de tener.
