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El Polígono cautivó a Sevilla

el 15 sep 2009 / 01:55 h.

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LLegó, se enseñoreó y se metió a Sevilla en el bolsillo. En su debú entre la élite cofradiera, el Polígono supo granjearse la admiración y las simpatías de toda la ciudad. El aplauso espontáneo de la Campana a la Cruz de Guía de los nazarenos trinitarios simboliza a la perfección la cariñosa acogida que le dispensó Sevilla a la novel cofradía de San Pablo.

¿Quién recordaba una Campana tan poblada de público un Lunes Santo a las cinco de la tarde? El Polígono consumó ayer su sueño de llegar a la Catedral granjeándose en su primera salida el más incontestable de los beneplácitos de la ciudad y dejando maneras de cofradía grande.

Rodeada de una enorme expectación y escoltada fielmente por la infantería popular de un barrio de familias de clase media. Así desembarcó en la ciudad de intramuros la nueva cofradía de esta Semana Santa: aportando un misterio ya cuajado artísticamente, procesionando una dolorosa de aires macarenos y dando toda una lección de seriedad y compostura.

La Campana puesta en pie -termómetro de la oficialidad cofradiera- supo agradecerle esta tarjeta de presentación tributando a la Cruz de Guía de San Pablo una de las más sinceras y emotivas ovaciones que jamás se habían escuchado en el arranque de la Carrera Oficial. Un instante mágico, un momento para guardar para siempre en el cofre de las esencias.

La primera salida del Polígono fue todo un acontecimiento en el barrio. Bajo el oropel de la doradas corazas de los romanos del misterio o de las puntadas del manto macareno de la coronación que vestía la Virgen de ojos verdes se escondían historias humanas como la de Magdalena, una abuela octogenaria vecina del barrio, enclaustrada desde hace meses entre las paredes de su modesto piso, que ayer, ayudada con bastones, hizo el milagro de bajar "desde un quinto piso sin ascensor" sólo para ver a su Virgen en la calle el año de su bautizo procesional en la Campana. Son los milagros cotidianos que encierra nuestra Semana Santa.

Hasta al presidente del Consejo se le quebró la voz a la hora de conceder la primera e histórica venia al medio millar largo de primerizos nazarenos del Polígono. "No perdáis nunca vuestro referente. El venir aquí no significa dar la espalda a vuestro barrio", le espetó Manuel Román al diputado mayor de gobierno de la cofradía antes de fundirse en un abrazo con él.

A este primer nazareno del Polígono le acompañaban cuatro nazarenitos que dejaron en el palquillo del Consejo ocho cofres que encerraban otros tanto rosarios de filigrana de plata como regalo "para todas las Vírgenes del Lunes Santo".

Luego vendrían las llamás a ambos pasos del presidente del Consejo y de Luis Álvarez Duarte, artífice de las imágenes, las levantás "por Sevilla, por todas las hermandades del Lunes Santo y por nuestro barrio", el solo de la marcha Enmanuel tras el misterio del Señor Cautivo y Rescatado para poner al público en pie y el guiño de agradecimiento a su hermandad madrina con la interpretación de la marcha Esperanza Macarena, de Pedro Morales, en la calle central de la Campana. Realmente, como sentenció Álvarez Duarte: "De poner los vellos de punta".

La primera salida del Polígono fue la gran noticia de un Lunes Santo de agradables temperaturas matutinas, aunque gélido una vez que el sol se ocultó.

Y si el barrio de San Pablo estrenaba ayer emociones de Semana Santa, medio siglo antes lo había hecho ya el Tiro de Línea, donde ayer nuevamente más de 1.800 nazarenos mercedarios ponían rumbo a la Campana acompañando al Cristo Cautivo, de túnica corinto en lugar de la morada habitual, y a la remozada sonrisa de la Virgen de las Mercedes.

Después de superar un duro bache de salud, un emocionado José Enrique Orellena, hermano mayor de la corporación, tocaba el martillo, vestido de paisano, en la levantá que conducía al Cautivo a la calle. "Por lo mal que lo ha pasado el hombre... Va por él". Al paso de la cofradía por la Lonja universitaria queda reservado el derecho de admisión. Se viven momentos de tensión. Una pena.

La Redención es una cofradía en continuo crecimiento. Ya roza los 1.100 nazarenos y, a pesar de contar este año con una propina de 10 minutos más de paso, sus nazarenos discurren de tres en fondo por Campana. Francisco Reguera cumple 30 años delante del olivo de la calle Santiago.

Es su voz la que dedica la entrada en Campana del misterio a Antonio Castillo Lastrucci, autor del Señor de la Redención, de cuya bendición se cumple medio siglo. El nuevo director espiritual de la corporación, el joven sacerdote Fernando Emilio Borrego, preside con sotana el paso de palio, adornado con lilas blancas.

Suena el Perdón a tu pueblo, Señor en el interior de San Andrés cuando los once tramos de cirios de Santa Marta descienden la rampa que les conduce a la plaza de Fernando de Herrera. Santa Marta es de las pocas cofradías que conserva la costumbre de repartir la comunión entre los tramos de nazarenos ya formados instantes antes de salir. Una tupida alfombra de iris morados sirve de moqueta al misterio de Traslado al Sepulcro. Tras su estela, 200 penitentes con cruces al hombro.

San Gonzalo trae lo mejor de Triana a Sevilla tiñendo de blanco una Campana ya iluminada a esa hora artificialmente. Refulge el dorado del misterio aun con la luz anaranjada de las farolas fernandinas. Manuel Yruela, delegado del Lunes Santo, toca el martillo en el año de su despedida. Delante del palio, Juan Borrero, protagonista del estreno de la nueva peana de la Virgen de la Salud, disfruta de la elegancia de los andares de este paso.

La noche se vuelve gélida. Como el escalofrío que mete en el cuerpo Vera-Cruz con ese aire de cofradía medieval que despide su cortejo. Color achocolotado de la caoba vieja para el nuevo paso del Crucificado. Alumbrado sólo por 52 candeleros, el palio es un suspiro enlutado y leve.

La voz del Niño Espera rompe el silencio del barrio de San Vicente al asomar la Cruz de Guía de Las Penas. Suena Soleá dame de la mano tras el paso de la Virgen de los Dolores, en homenaje al recordado Pepín Tristán.

Las Aguas se mira en el pasado para ataviar a sus Vírgenes. Mayor Dolor vuelve a lucir corona, en lugar de diadema, y Guadalupe un tocado del XIX.

El Cristo más atrevido que los Cruz Solís conocieron muestra su serpenteante silueta después del percance sufrido hace unos días. Las levantás se hacen a pulso aliviado. Ornamentado con minicalas holandesas, el grácil palio del Museo se mece en Campana con un estreno musical: la marcha Museo. El retraso casi alcanza los 20 minutos.

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